2 x 4 = Corazón

Por Sebastián Pozzi

Buenos Aires vuelve a latir con el tango.

Ana María Cores y Marcelo Tomáis deslumbran con arte y sentimiento en la noche porteña. La idea, dirección general y brillante puesta en escena están a cargo de Rubén Cuello. La dirección coreográfica es de la internacionalmente reconocida Milena Plebs. El enriquecedor
diseño de vestuario es de Ana Rocchi.

A telón cerrado y sobre un rojo carmesí se sellan las luces de “Corazón de Tango” y una tela del mismo color, se escapa hasta terminar colgando del proscenio y extinguiéndose, da comienzo al
espectáculo. Esa simple apertura decora el escenario de la Sociedad Hebraica Argentin; es una hermosa composición abstracta que podría evocar un sendero de sangre que nos une como
argentinos al corazón del tango. Se presenta el terceto musical: piano, bandoneón y contrabajo; que con el estilo y talento dibujan armonías y cadencias, pasión y amargura. De a poco las tablas sienten las filigranas de la danza de cuatro jóvenes y admirables bailarines que le saben “sacar viruta al piso”, y luego se manifiestan expresivas y orilleras las voces de los
intérpretes.

La estructura del espectáculo, inspirada en la historia, nostalgia y vivo presente del Plata, comprende ocho cuadros. La obertura , que se alza en ritmo urbano y melodía arrabalera en
donde el eterno y melódico Sebastián Piana nos recuerda a la hermana mayor del tango, siempre alegre y festiva, la milonga.

El relato siguiente es Tango que me hiciste mal, en el que el alma traicionada se sienta en un café sin nombre y canta nostalgiosa, testigo del adiós de “Como dos extraños”, y desde
la ventana ve una danza jamás conclusa como si el amor se reencontrara otra vez.

Nelly Omar, la “Negra Bozán”, Libertad Lamarque, Tania, Tita Merello, entre tantas otras son Las Mujeres del Tango, minas fieles de gran corazón que encandilaron con su canto, canto como
ninguno, aún en épocas en que el machismo era la única ley.

El tango guarda una íntima geografía porteña que fue inspiración y refugio de aquellos poetas. En Asfalto y Adoquín, se reflejan las esquinas y los barrios, la noche y el cafetín, el Obelisco y
el Abasto. Todos son ese lugar por antonomasia, Buenos Aires.

De smoking y a la gomina, de bronce y malevaje, pinta y gola, son algunas de las características de Los Varones del Tango. Sin ellos, sin historias de amor, de abandono, de fulería, de
picardías, de berretines y remembranzas, no habría tango.

“Tu sangre es la vida / de barrios cantores,/ de penas y amores/ que jamás se olvidan”; nos revela el tema original de “Corazón de Tango”, que tiene música de Ángel Mahler ( Drácula, El
Jorobado de París). Allí, podemos encontrar la esencia del espectáculo.

El Neotango trae Nuevos Aires de la mano de un vanguardista polémico, combatido y maltratado; Astor Piazolla. Y una vieja mirada al futuro, tan incuestionable como preocupante, con un Discépolo infinitamente actual, preludio de una Argentina 1º Mundo.

En un homenaje festivo y candombero, en donde toda la compañía late al unísono de alegres melodías, el tango nos despide con el “Sol – Do” (Final).

“Corazón de Tango” es un show de sentimiento puro. Una manifestación de poesía, de sonido y de una pareja que se toma bien agarrada. Es estético, visualmente impactante.

Es un despliegue artístico. Es el canto exquisito, embellecedor y visceral de Ana María Cores. Es el estilo excepcional y emotivo de Marcelo Tomáis. Es un piano antológico, un bandoneón
arrabalero y un contrabajo fetén. Es un ritual de seducción por pare de los bailarines. Quienes todos logran penetrar en el íntimo corazón de nuestro tango.