Antes de que me olvide

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Por Fabián D´Amico

Humor ácido y el regreso de Pinti a sus monólogos en un logrado espectáculo con mucho de cafe-concert

En nuestro país, en 1881 y bajo una carpa de circo al sur de la provincia de Buenos Aires, nacía el inmortal payaso Pepino el 88 acompañado por el burro Pancho. Pepe Podestá, bajo su disfraz de payaso, interpretaba canciones satíricas donde recreaba personajes populares, reflejaba con humor costumbres y comentaba las alternativas políticas del momento con ironía, diciendo en broma lo que siente la gente en la calle.

Podestá estaba simplemente pasando revista a la realidad de nuestro país. La traducción literaria de la palabra”revista”, proviene del francés revue, y significa volver a ver, mirar la realidad a través de otros ojos. Luego de Podestá muchos cómicos continuaron su legado irónico y burlón. La revista en Argentina-como género teatral- antes de dejase seducir por el lujo parisino en los años 20 y transformarse en porteña allá por los 40, era bien criolla y con costumbres propias nacidas en el circo criollo. Bailes, cantantes, un cuadro gauchesco y algún monólogo era su estructura, pero una característica que la hacía única y que nunca podía faltar en ella era la actualidad y la política, para luego sumársele el tango.

En la actualidad ningún espectáculo revisteril conserva la esencia de esa “nueva mirada” sobre lo que sucede en el país en materia política. Solamente una persona mantiene en sus creaciones esa tradición: Enrique Pinti. Desde su incursión en el café-concert , pasando por sus espectáculos más exitosos del Teatro Liceo como lo fueron “Pan y Circo”, “Salsa Criolla” “EL inferno del Pinti” o en sus recordadas revistas del Maipo, Pinti siempre apela a esa revisión.

Desde marzo del 2010 Pinti viene presentado un espectáculo que puede verse en la actual temporada marplatense en la sala Roxy del Complejo de Arte Radio City-Roxy-Melany de Mar del Plata: Antes de que me olvide. Desde el título del espectáculo, Pinti no hace solo referencia a su edad y el temor a empezar a olvidarse de muchas cosas, sino además al olvido voluntario o no de muchas personas de nuestra sociedad- ya sean políticos o simplemente ciudadanos-sobre errores y grandes metidas de pata. Con un largo monólogo de apertura donde aparece materializado Alzaihmer, en la piel del siempre efectivo Gustavo Monje, secundado por un ballet de tiroleses con el solo fin de hace de la vida del actor un verdadero caos pero no sin encontrar resistencia por parte de la víctima, la esencia de los shows de Enrique Pinti se hace nuevamente presente. El humor ácido y mordaz, junto con el análisis político y de la actualidad, vuelve a recuperar su presencia sobre los escenarios nacionales luego de haber disfrutado de Pinti como actor en dos grandes musicales como fueron Los productores y Hairspray.

Este nuevo espectáculo se sustenta casi exclusivamente en la figura del cómico y en sus monólogos, donde la presencia del ballet es anecdótica y es utilizada como pasacalles que le permiten a Pinti realizar algún cambio de vestuario, siendo el clima casi intimista y más cercano al café concert que a un music-hall. Como en todo espectáculo de Pinti lo que se dice es lo nuclear y en esta oportunidad la palabra la tiene la persona y no el personaje. Con apenas dos caracterizaciones – una vieja y desgreñada dama que se llama Argentina y un mago que adivina el futuro- Pinti hace un análisis del país en el año del Bicentenario desde su persona, sin mascaras ni personajes donde escudarse. Una radiografía dura pero certera sobre la situación política y social del país, y del pasado y del futuro del mismo, donde muchas de las palabras que brotan de la boca de Pinti son las mismas que la audiencia quisiera decir y que encuentra en el cómico un excelente interlocutor, como así lo demuestran los aplausos y ovaciones que cosecha función tras función.

Antes de que me olvide es una nueva oportunidad para reveer nuestra historia e idiosincrasia tal como lo hacía Pepino el 88, a través de canciones burlonas, personajes característicos y con la ironía, crítica y autocrítica que solo la autoridad y experiencia de Pinti hacen posible de transmitir desde un escenario.