Bailar con un cuerpo que tiende a desaparecer

Por Laura Papa

Entrevista a Edgardo Mercado. Danza, ciencia y tecnología reunidas para abordar cuestiones de la subjetividad contemporánea.

El jueves 14 de septiembre, en El cubo, Edgardo Mercado presenta un programa compartido integrado por Plano Difuso, su nueva creación, y la reposición de Tierra de Mandelbrot. Esta función va a tener lugar antes de que Mercado viaje a la Bienal de la danza de Lyon 2006, donde ambos trabajos están incluidos en la programación (el 25, 26 y 27 de septiembre).
¿Cómo se origina este nuevo trabajo?
- Después de Tierra de Mandelbrot me quedaron muchas cuestiones por investigar y pensé entonces en hacer una trilogía, un grupo de obras enmarcadas dentro del mismo terreno de problemas. Además, la idea era seguir investigando en relación al trabajo con un aparato multimedial y ver cómo representar la danza en nuestros días a través de este recurso. Plano difuso es la segunda parte y estimo que el conjunto estaría completo a principios de la temporada 2007 con Argumentos a favor de la oscuridad (título provisorio), que es una obra para cinco bailarines. Igualmente cada trabajo constituye una unidad, es autónomo en sí mismo .

En Plano difuso, un solo bailado por Pablo Castronovo, Mercado aborda cuestiones como la descorporeidad, el vínculo entre las formas arquitectónicas y los fractales y la influencia de las nuevas tecnologías en la subjetividad contemporánea.

¿De qué modo los temas de la matemática se relacionan con la creación coreográfica?
- La matemática me brinda herramientas, es un camino que tengo más transitado y por lo tanto me sale más naturalmente diseñar espacial y corporalmente en estos términos. En Plano difuso parto de un libro de fractales y formas arquitectónicas para construir la configuración de las imágenes, que también configuran espacialmente la coreografía y el tiempo.
En Tierra de Mandelbrot me interesaba el tema de la descorporeidad, la disolución del los límites del cuerpo, para desarrollarlo usé la teoría de los fractales y el aparato multimedial. Tomé la geometría fractal para establecer una conexión entre la matemática y los temas que estoy abordando, pero se trata de una herramienta más, no me interesa tematizar aspectos de esta teoría. En Plano difuso pasa algo semejante, hay una construcción geométrica. Primero trabajo con un guión de imágenes, que está estructurado con razonamientos de la matemática, caminos lógicos, lógicas difusas y partir de eso empiezo a trabajar el resto. Pero el punto es que a este hombre finalmente no le queda más remedio que trascender, transformarse en un ser digital o un ser de información, eso es lo que plantea la obra.

¿En qué sentido interviene la tecnología en las obras?
- La tecnología me interesa en la medida en que me ayuda a plasmar el concepto que tengo en la cabeza, pero no me importa investigar en tecnología. Trato de encontrar soluciones para lo que necesito mediante estas herramientas multimediales, a partir de ahí surge una investigación. No me fijo en las últimas novedades tecnológicas para usarlas en mis obras, es al revés: lo que me pide la obra guía mi acercamiento. Creo que a veces uno obnubila un poco por las innovaciones tecnológicas y eso puede hacer tambalear el camino de la creación. Uno se enamora de algunas cosas que parecen muy impactantes, pero impactan por el solo hecho de ser efectistas.

¿El coreógrafo argentino tiene acceso a estas novedades en materia de tecnología?
- Ese es un tema bastante importante. Pienso que la producción de mi obra en Europa o en EEUU sería barata, pero acá es muy cara. En mi caso tengo que alquilar todos los equipos, necesito ensayar en una sala con condiciones particulares. Por otra parte, se necesita un alto grado de compromiso de la persona que hace las imágenes multimediales, diría que tiene que estar interesado a nivel personal en el proyecto, porque de otro modo no se le podría pagar por todo el trabajo que esto demanda. Tengo que agradecer el haber tenido el apoyo de PRODANZA, del Fondo Nacional de las Artes y del IUNA para estas obras.

¿Los obstáculos económicos llegan a condicionar la creación? ¿tenés que acomodar tus proyectos de acuerdo a lo que se puede costear?
- En un punto uno se tiene que acomodar, pero hasta ahora no ha sido un impedimento para la creación sino que, por el contrario, creo que esta situación volvió los trabajos más austeros en su estética y eso me gusta. Me gustaría tener más dinero para poder afinar la terminación del trabajo, la pulcritud la presentación en la sala tiene que ver puntualmente con esto.

Mercado reconoce como una influencia importante en el desarrollo de su estética la obra The Moebius Strip del coreógrafo suizo Gilles Jobin, que se presentó en el 4to. Festival Internacional de Buenos Aires (2003).

Cuando decís que sentiste cierta afinidad con Gilles Jobin ¿Qué tipo de cercanía considerás que existe entre su trabajo y el tuyo?
- Verlo me acercó a la posibilidad de una estética más cercana a lo que yo quería, me dio la confianza para pensar que yo también podía presentar algo en esa línea de trabajo. Esa obra era conceptual, alejada de la danza teatro, un terreno en el que estaba más acostumbrado a incursionar como intérprete.

Se trató de una obra que tuvo una recepción contradictoria...
Sí, pero yo era de los que estaban a favor. En el trabajo se veía muy poca danza y, en bastante gente, hay algo muy arraigado acerca de que la danza es movimiento. Creo que no tiene por qué ser necesariamente así, pienso que este trabajo mostró otra forma de moverse y de presentar el cuerpo en escena.

Pero en tus trabajos hay más danza...
Sí, yo tengo una preocupación bastante grande por el movimiento, porque soy bailarín antes que nada y maestro de danza. Pero me pregunto cómo forzar estos límites, hasta dónde nos podemos mover en esta estética de un cuerpo que tiende a desaparecer. ¿Nos podemos mover? Tal vez hago mover a la gente demasiado... no lo sé, a mi me sale así. Pero tiene que ver también con una búsqueda acerca de cuánto nos podemos mover dentro de estas nuevas estéticas de representación. Tal vez ésa sea la gran búsqueda de esta trilogía: ver hacia dónde va la danza en este nuevo milenio. Esa sería la gran pregunta. Muchas de las construcciones coreográficas que uno ve hoy en día tienen un gran arraigo en construcciones del siglo XIX, por eso yo me aferro a esto de una nueva cosmovisión, a la complejidad, a esta matemática que surge a partir de los ’70, para que me ayuden a ver qué pasa con la danza en nuestros días o qué tendría que pasar para no quedarse en las viejas construcciones. Me parece un camino posible de búsqueda, creo que es por ahí. Si uno está atento al entorno científico y filosófico de nuestros días, eso tiene que influir en el trabajo y devenir, en mi caso, en ver qué pasa con el cuerpo hoy.

Y a partir de estas búsquedas que venís haciendo... ¿qué pasa con el cuerpo hoy?
Creo que pasa esto que expongo en Tierra de Mandelbrot: los límites del cuerpo están borrados. En Plano difuso aparecen las cuestiones del hipercontrol, cuestiones en relación a caminos que uno construye y que adquieren su propia autonomía, la telepresencia y la teleacción, están estos temas que tienen que ver con un ser que está en este lugar y a la vez está multiplicado por Internet en todos lados. En definitiva, es un ser que está metido en una red. Se trata de un hombre informatizado que, siendo parte de la información, termina convertido en un ser digital.

EDGARDO MERCADO, coreógrafo, bailarín profesional y docente. Ha bailado en Argentina y el exterior dirigido por destacados coreógrafos argentinos. Como coreógrafo se destaca en piezas como, Pizzurno Pixelado (co-coreografo), Pequeña muestra de dimension no entera y Tierra de Mandelbrot. Antes de abocarse a la danza estudió Cs.Físicas y dictó clases de Matemáticas de nivel superior. Ha recibido premios y becas nacionales e internacionales, entre las que se destacan beca Fundación Antorchas 98, American Dance festival ´98, Antorchas 2000 y Fondo Nacional de las Artes 2005 a la creación.