Bonitas y engañadas

Por Fabián D´Amico

El abandono de cinco mujeres por sus respectivas parejas es el eje temático de este dinámico musical. Sobresale Laura Oliva.

Preguntarse el por qué de tantos espectáculos cuya temática se centra en mujeres, es una cuestión que abre más de un canal de discusión. Razones económicas, ya que son las mujeres las que deciden a la hora de organizar o planificar una salida teatral. Motivos sociales, ya que el teatro es una manera de reflejar realidades compartidas por lo que dice la actriz que comunica y que recibe el mayoritario público femenino que asiste a las funciones. Sea cual fuese la verdadera razón de esta moda, la temática femenina está instalada y afianzada en la actual temporada teatral. Mar de Plata no es ajeno a tal fenómeno y ofrece más de un espectáculo con esta orientación.

La nueva comedia musical de la dupla González Gil-Alejandro, llamada “Mujeres Bonitas” nos enfrenta al abandono que sufren cinco mujeres por parte de sus parejas.

La dueña de casa que festeja el divorcio de su marido, la cual abandona por una “nueva” relación; una madre de seis hijos que necesita tener un momento propio para disfrutar para ella y no por los demás; una mujer insegura y dependiente de una relación enfermiza que devora su escasa autoestima; una enigmática dama ajena al circulo íntimo de las amigas; y una estudiante del interior que trabaja como mesera en eventos para poder subsistir a la gran ciudad, son los estereotipos que los autores eligieron para el desarrollo de la historia. Entre las cinco mujeres, de edades, culturas y condiciones sociales diversas, hay algo en común, que es el presente cierto, signado por el abandono de sus maridos o parejas, y el futuro más que incierto, en cuanto a la seguridad económica que el estar casadas les brindaba. Todo el dolor, la angustia, la soledad, las perdidas que se cuentan en esta obra están tamizados a través de canciones y coreografías, elementos que los autores utilizan para repetir una fórmula probada como lo fue “El show de las divorciadas”, pero utilizando en esta oportunidad, una mirada más madura, irónica y algo cínica de las relaciones de pareja, vista o relatada desde la óptica femenina.

Uno de los aspectos positivos logrados en esta pieza, en cuanto a la parte musical, es que las canciones no son islas ajenas a la trama, sino que encajan a la perfección dentro de la historia que se pretende contar. No se siente el corte abrupto entre el dialogo y el texto. Como aspecto que opaca el desarrollo de la pieza, es no haber tenido en cuenta el caudal vocal de ciertas intérpretes (cuando la obra fue escrita especialmente para estas cinco actrices) como es el caso de Patricia Palmer, con dos bellas canciones pero un registro totalmente ajeno e incomodo a sus posibilidades.

En cuanto a las interpretaciones, cada una de ellas, realiza un trabajo preciso, dotando a cada una de sus criaturas de la profundidad exacta, que este tipo de divertimento requiere. Patricia Palmer, desde la frialdad y el snobismo de su personaje, pone en relieve una vez más sus dotes dramáticas, y su excelente técnica como bailarina (su primera profesión) en cada coreografía. Natalia Lobo, como la sufrida madre con una mochila muy pesada, se luce como cantante, en donde deposita toda su fuerza interpretativa. Cecilia Milone, como la mujer fatal de la historia, demuestra que no solo se canta con la voz, sino que pone su escultural cuerpo en cada una de sus canciones, logrando transmitir una potencia arrolladora, que el público festeja y devuelve con aplausos a telón abierto. Emme, en un personaje menor, luce insegura y errática en su composición, salvando este escollo al momento de cantar.

Párrafo aparte merecer Laura Oliva: con el personaje mejor delineado de la obra, aprovecha cada dialogo, cada insinuación, cada silencio; para crear. Logra una criatura insegura, pero a la vez, querible, compartiendo el público tanto su dolor y sufrimiento, como los momentos más delirantes de la pieza, que surgen de su impronta. Con “Mujeres Bonitas”, Laura Oliva demuestra ser una actriz ideal para la comedia musical, género que hasta el momento la ignoró, ya que no solo es una comediante brillante, sino además, una bailarina de formación, con un correcto desenvolvimiento como cantante. Dentro de un marco escenográfico correcto y despojado para el desarrollo de la trama, como coreografías efectivas y un vestuario nada suntuoso y apenas funcional, Mujeres Bonitas es una buen acercamiento al género de las comedias musicales “made in casa”, con una puesta y dirección dinámica de González Gil, buenas actuaciones y pasar casi dos horas de diversión, pero no ajena a la reflexión.