Busco al hombre de mi vida, marido ya tuve!!

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Por Fabián D´Amico

Agradable comedia sobre la vida después de la separación,en la renovada Sala La Nona del Teatro Provincial de Mar del Plata.

Uno de los enigmas sociales de más clara resolución es la respuesta a una pregunta particular: ¿De qué hablan los hombres cuando están solos? No hace falta encuestas ni estudios sociológicos para saber que sus temas de interés son el football y las mujeres. Ahora ¿De qué hablan las mujeres cuando están solas? La respuesta a esta incógnita esta dada desde hace un tiempo, en varias de las propuestas teatrales de la cartelera teatral de Buenos Aires. A partir de “Nosotras que nos queremos tanto”; del furor ocasionado por “Brujas” y del éxito inusitado de “No seré feliz, pero tengo marido”; muchas historias han abordado la problemática femenina. En especial, en un momento particular de sus vidas como lo es el de la separación, centrándose en el ser que tantos malos momentos (y algunos pocos buenos) les han hecho pasar: el hombre.

Siguiendo, o pretendiendo seguir el éxito nacional e internacional alcanzado por “No seré feliz…”, varias obras adoptan como eje argumental este tópico y más precisamente en la soledad (sufrida o conquistada) luego de la separación y que hacer con ella.

Con toques de picaresca o de vaudeville; como monólogos ultra feministas o abordando el temas en forma más profunda; el tema está instalado en los escenarios porteños y es material de discusión y análisis, sobre todo, por la gran cantidad de publico femenino que colma las salas en busca de un espejo en donde verse reflejadas o de una solución mágica a sus conflictos.

“Busco al hombre de mi vida, marido ya tuve” no se aleja de esa moda o fenómeno instalado. Con una base argumental en el libro de Daniela Di Segni, del mismo nombre de la obra, la historia que plantea el adaptador del libro, Andrés Tulipano, es simple y lineal. Tres amigas, con distintos tiempos de estar separadas, y distintos enganches con sus ex, buscan rehacer su vida. En ese replanteo el elemento más temido por ellas es la soledad. Una soledad que si bien dolorosa, las enfrenta consigo mismas y las lleva a replantearse si el vacío deber ser ocupado por otra persona o bien, disfrutar de ese estado que hace tiempo que no conocen: ser libres y autónomas en sus decisiones y tiempos.

Con una dramaturgia más narrativa que teatral, en donde a veces, queda muy en evidencia la procedencia literaria del material, el adaptador del libro optó por armar una pieza basada en monólogos y pequeños pasos de comedia, apuntando al humor, desde la ironía o desde la farsa. Con esto, arma una comedia fina, no cayendo en desbordes o lugares tan comunes en este tipo de espectáculos a la hora de buscar una risa o carcajada. La diferenciación entre el libro y la pieza, si bien no se logra tanto desde la adaptación, si se la puede apreciar desde la dirección como desde las actrices, columna vertebral del éxito de este proyecto.

Pedro Utrera, desde la dirección y específicamente desde la puesta en escena, logra crear un espectáculo dinámico, ágil y entretenido.

Con escasos recursos escenograficos y un elegante vestuario; logra con su puesta quitarle al texto, o a la adaptación, tanto de “manual de autoayuda” con frases sumamente inteligentes, pero de escaso impacto teatral. Ese escollo es salvado, además, gracias a las actrices de la obra. Un elenco heterogéneo pero que juega muy bien a la comedia.

Monica Buscaglia es, sin duda, el sostén y motor a la hora de las carcajadas. Aprovecha y utiliza al máximo, en cada una de sus intervenciones, sus dotes de comediante nata, logrando una comunicación con el publico fluida, que responde con risas y aplausos a telón abierto. Junto a ella, Judith Gabbani demuestra ser la actriz ideal para la comedia brillante (género tan explotado en una época y olvidado hace mucho tiempo). Elegante y fina, maneja sus textos y los silencios con soltura y naturalidad, teniendo momentos verdaderamente hilarantes dentro de la pieza (como la escena del contestador telefónico) que resuelve de forma brillante. Por ultimo, Viviana Saez, con menos experiencia que sus compañeras de elenco, en el difícil género de la comedia, tiene entre sus manos, los mejores textos de la obra. De manera profesional cumple con su trabajo, aunque se nota que su labor no llega a la platea con la misma fuerza e impacto que como lo hacen sus coprotagonistas.

Una nueva mirada al universo femenino (y no feminista como se encargan de advertir las actrices ni bien pisan el escenario) en forma de agradable, fino y recomendable entretenimiento.