Cuando Harry conoció a Sally

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Por Fabián D´Amico

Agradable comedia brillante sostenida por el valor de las actuaciones protagónicas.

El transponer un texto de un lenguaje cinematográfico a uno teatral no es tarea sencilla. En la cartelera teatral londinense es común ver adaptaciones de grandes éxitos cinematográficos a espectaculares musicales como “Sister Act” “Dirty Dancing” “Flashdance”, pero no es habitual que suceda lo mismo en nuestro país, donde la tradición es a la inversa y de grandes textos teatrales han surgido recordadas películas como “Esperando la carroza” o “La Nona” entre tantas.

Proyecto aún mas arduo cuando se intenta recrear sobre un escenario una de las comedias románticas más recordadas de los años 80 como lo es “Cuando Harry conoció a Sally”. Manuel González Gil decidió enfrentar el desafío y adaptó el maravilloso guión de Nora Ephron para su versión teatral. Adaptación fiel al original y que logra como producto una agradable comedia brillante como las que se acostumbraban a ver sobre el escenario del Teatro Provincial décadas atrás.

La historia de amor- o del camino hacia ese amor- entre estos dos jóvenes antagónicos que empiezan su vínculo con rechazo mutuo, para pasar a una amistad duradera y concluir en romance está narrada por González Gil utilizando los ingeniosos y vigentes diálogos de la película, demostrando que las relaciones de amistad y de pareja son universales y atemporales.
Si bien el director plantea una prolija puesta en escena, el exceso de parlamentos o situaciones solo anecdóticas, junto con cierta morosidad en la resolución de algunas escenas – el encuentro en el aeropuerto o la cena entre los cuatro amigos- atentan contra la agilidad y el ritmo de la historia. Escollos no salvados por la anodina y poco funcional escenografía ni por un vestuario no que marca el paso de los varios años que transcurren entre el inicio y final de la obra, donde para el diseñador de vestuario la moda -ropa, zapatos, peinados y accesorios- parece estar detenida en un tiempo poco definido.

Los valores positivos de esta puesta están en su elenco protagónico. Araceli González dota a su Sally de encanto y refinamiento, demostrando seguridad escénica y luciéndose especialmente en las partes emotivas de la pieza. Pero “Cuando Harry conoció a Sally” toma vuelo y crece en frescura y dinamismo gracias a la actuación de Raúl Taibo. Se mueve en la comedia como si nunca hubiera dejado de hacerla. Se mantiene intacta la frescura que irradiaba desde los escenarios marplatenses en la década del 80 cuando protagonizaba verdaderos sucesos junto a Paulina Singerman, Rodolfo Bebán y Nora Carpena entre otros. Su Harry esta plagado de matices y de muchísimo humor, logrando junto a Areceli que la platea borre del consciente colectivo la imagén de Billy Cristal y Meg Ryan y disfruten de estos entrañables y autóctonos Harry y Sally. Mario Pasik, Graciela Pal y Roberto Catarineu cumplen roles menores pero jugados con profesionalismo y respetando el tiempo preciso que el género exige, en cambio Lucrecia Blanco no da con el tono justo de la comedia y brinda una creación deslucida . El resto del elenco cubre papeles solo figurativos y en muchos casos innecesarios para el desarrollo de la trama.

“Cuando Harry conoció a Sally” es una oportunidad para reencontrarse tanto con la comedia brillante, que había quedado en el olvido en la programación teatral marplatense, como con dos artistas captados por la televisión y que vuelven a deleitar con su presencia sobre un escenario.