Dos propuestas, distintos resultados

Por Laura Papa

En el Rojas un programa de danza, dos coreografías: Permanece así de Emanuel Ludueña y Doce saltos de Silvina Grinberg.

La nueva temporada del Centro Cultural Rector Ricardo Rojas se abrió con un programa compuesto por dos obras que representan dos maneras diferentes de concebir las posibilidades de la danza a la hora de producir significación.

La obra de Ludueña, que viene desarrollando una trayectoria como intérprete, es su primer coreografía. Permanece así propone distintas situaciones que –aunque producen un efecto de belleza que se asocia con el muy buen desempeño de los intérpretes (Ludueña incluído) y con aciertos del coreógrafo en cuanto a la elaboración formal de las secuencias– no llegan a fraguar en líneas de lectura posibles. Esto lleva a que la tensión dramática se disipe y a que las relaciones entre los personajes terminen limitándose a interacciones de movimientos en las cuales se adivina que hay un contenido que no logra ser articulado.

Se trata de un trabajo que pretende generar un universo de sentido pero sin un aprovechamiento suficiente de los recursos del movimiento que le permita hacer palpable aquello que se propone.

Con temáticas más triviales, sin demandar de sus intérpretes un gran dominio técnico, con menos pretensiones (pero atención: esto es un efecto buscado y bastante difícil de conseguir), Doce saltos parte de una concepción coreográfica y estética muy diferente. Se trata de una obra que no busca sus contenidos más allá de lo que dice con el movimiento mismo y en este aspecto da muestras de un imaginativo empleo del espacio, los objetos y el movimiento.
El desenfado y el humor dan cohesión al conjunto de escenas independientes que conforman este trabajo, donde una vez más se pone de manifiesto una acertada labor de dirección por parte de Silvina Grinberg.

La elaboración de escenas donde una acción conocida se realiza en una posición no habitual da lugar a situaciones absurdas e inesperadas. Lo banal de los materiales potencia lo sorprendente de las situaciones, en las cuales sujetos y objetos se transforman sin cesar como en el juego simbólico infantil. La falta de solemnidad es muy afín a esta propuesta, en la que precisamente la creación lúdica es uno de sus mayores aciertos.