Dos y Sien

Por Damián Faccini

Dos y Sien una obra de relaciones complejas y una atmósfera que alterna entre lo realista y lo onírico.

“… lo importante que busca cada uno, no es al otro…” reflexiona desesperadamente SIEN, prostituta devenida en modelo, ante la mirada poco piadosa y desencajada de sus dos artistas, devenidos en amantes no menos desesperados. En esa frase se encuentra el principio, nudo y desenlace de la obra. Una frase que nos habla acerca de un problema de tipo universal y propio y particular de todos los tiempos. La soledad y la contradicción de cada uno de los seres que pueblan esta historia son comparables a la tristeza que carcome a este mundo poco a poco, minuto a minuto. Su estado es similar al de un naufrago por momentos y al de un iluminado por otros (característico del artista, por cierto). Ya sea por el alcohol, el frío, el hambre y los deseos primitivos, deambulan el espacio como espectros, seres inciertos y sin destino.

Desde el personaje de Paúl Gauguin obtenemos una mirada capitalista y material del arte. De pasado, presente y futuro ambicioso y descarado su vida ha sido y será la de un burgués por más que comparta la habitación con dos muertos de hambre.

En Vincent Van Gogh se encuentra el contraste perfecto. El antropólogo de las “almas” de aquello que pinta. Metáfora de aquel a quien poco le importa su aspecto físico sino lo que lo hace vibrar y sentir. Pero que también se enfrenta a un ego particular y demoníaco, que atenta contra SIEN a quien ama tanto como por momentos odia.

Y SIEN es un nexo constante con la realidad. La que tiene frío y hambre cuando ambos artistas divagan en mundos y terrenos donde esas sensaciones no existen o simplemente no importan. Una luz vacilante en medio de la noche cubierta, que intenta guiar el rumbo de estos dos sin rumbo.

Si la relación entre los tres seres resulta compleja, mucho más la atmósfera que alterna y también confunde entre lo realista y onírico en un mismo tiempo. No sabemos con certeza si sus palabras se articulan como diálogo o son sus pasados, sombras y reflejos las que los persiguen y a manera de conciencia les contestan. Una acertada puesta en escena y un concepto correcto de la iluminación son los componentes responsables de compartir esa sensación con el espectador. Lo mismo con la música (por momentos un poco forzada) que genera un clima tan incierto como el de las vidas y destinos de los protagonistas.

Los actores se involucran y dan de si muy buenos trabajos, gracias a la sensibilidad de Flavia Vitale (SIEN) y Gerardo Colonniello (VINCENT). Es de agradecer al final de la obra el esfuerzo y el estado PERSONAJE del cual tardarán un tiempo importante en salir para volver a su rol de PERSONA, en este mundo no menos caótico que el que representan.