En el nombre del padre

in Listado general
Por Fabián D´Amico

Tebas Land propone una experiencia teatral tan conmovedora como potente donde actores y dirección potencian el texto de Sergio Blanco en una historia árida y poética sobre el padricidio.

Un hombre se presenta ante la audiencia como si esta fuera un jurado. Presenta un proyecto teatral basado en una noticia verídica: un padricidio. Un joven de humildes recursos mata con un cuchillo de cocina a su padre de varias puñaladas. El director -dramaturgo pretende realizar el montaje de la obra utilizando al propio homicida como actor principal. El público presencia, mediante el relato de este novel creativo y de la representación de los hechos, como se arma la pieza, en una blanca pizarra de la supuesta oficina de producción de la obra, como si fuera un proceso policial, en donde nombres, fotos, papales van poblando el blanco paño de informaciones.

La escena divida en dos muestra tanto el proceso creativo en sí ( ensayos, dudas, burocracias legales para la realización de la puesta) como las reuniones entre el director y el homicida en sendas visitas a la cárcel que comienzan con un temor real y tensión extrema generada en la desconfiaza mutua para evolucionar hacia un final conmovedor y lleno de emociones. Las charlas entre ambos personajes que tienen su correlato en los ensayos entre el director y un actor profesional- que representa al detenido- frente a las negativas judiciales para que le padricida salga de la cárcel para representarse a si mismo sobre el escenario.

Las conversaciones entre una persona culta y un joven al cual la vida lo privo de formación académica pero que posee una lucidez envidiable- la escena en la cual el director le explica la obra Edipo Rey y la conclusión a la cual arriba el joven sobre la inocencia del asesinato de Edipo es magistral- marcan el paso del miedo a la intriga y de esta, a la fascinación ( o enamoramiento?) que el director siente hacia el preso. De manera análoga, los ensayos ponen de manifiesto el ansia del actor en actuar y como vive el acoso constante del director, confundido entre el sentimiento que tiene hacia el preso y la pulsión sexual hacia quien lo representa.

Una pieza interesante en cuanto al planteo del padricidio y del análisis preciso de Edipo Rey- de ahí el nombre de la obra en referencia a la tierra de la cual fue expulsado Edipo- que tiene en la dirección uno de los elementos más interesante y enrriquecedor de la propuesta. Corina Fiorillo vuelve a asombra con su talento tanto como puestista y como directora de actores. Una escenografía simple pero contundente y simbólica- el cuadrilatero de la cancha de basquet de la carcel juega un doble papel de encierro y voyerismo- con el apoyo preciso y adecuado de la multimedia- el director registra en una camara portatil buena parte de la obra, la cual se proyecta en vivo mientras la acción se desarrolla, dan un marco perfecto para un duelo actoral tan potente y vibrante como realista y conmovedor. Una dirección tan explicita que cada escena,dentro de un registo naturalista, deja ver el grado de marcación y un trabajo previo de escritorio exhaustivo reafirmando el profesionalismo y la creatividad de Fiorillo.

Resulta difícil expresar en palabras las emociones que los actores transmiten desde el escenario en dos trabajos para el recuerdo. Lautaro Perotti como el director mantiene en la pieza su rol dentro de una contención precisa donde el proceso interior de transformación de su criatura que va desde la frialdad y puro interés hasta el profundo respeto hacia el preso es tan carnal como imperceptible. Gestos mínimos, tonalidades de voz y un final intenso muestran a Perotti en un trabajo extraordinario. Pero es Gerardo Otero quien carga sobre sus hombros la dura tarea de representar al preso y a quien lo carnal izará sobre escena. Una labor excelsa en todo sentido y dimensión. Con un cambio corporal y entonación Otero debe en una misma escena hacer de preso y actor en simultaneo y hacer creíble los sentimientos de ambas criaturas. Un goce para todo espectador teatral ver como este actor maneja los climas y silencios y cuan perfecta es la química que logra con Perlotti. Una pareja que asombra y emociona.

Tebas Land presenta un tema difícil como el del padricidio y si bien no es intención de la obra emitir un juicio de valor sobre el crimen, pone en tela de juicio los procesos judiciales donde se analizan los resultados sin considerar los hechos y las circunstancias que lo provocan. Una pieza que genera un silencio casi sacramental en la sala y que la audiencia abandona el reciento luego de recuperar la respiración y tomarse un tiempo en volver a la realidad luego de un vuelo teatral tan creativo y potente.