Entrevista a Gabriel Goldman

Por Leonardo Sampieri

La primera de las notas dedicadas a la orientación vocacional para las artes escénicas.

Con una entrevista a Gabriel Goldman, compositor de gran trayectoria en el teatro musical argentino, Mundoteatral.COM inaugura esta serie de entrevistas dedicadas a cada una de las diferentes disciplinas que interactúan arriba del escenario. Están especialmente preparadas para brindar orientación vocacional a aquellos que buscan empezar un camino en el teatro o en cualquier disciplina afín. Las preguntas fueron hechas pensando en las inquietudes que pueden llegar a tener alumnos próximos a egresar del secundario, puntualizando sobre cuestiones como la inserción laboral, la formación necesaria, la dinámica propia de cada mercado y la rentabilidad económica. Con el paso de los meses, entrevistaremos a actores, directores, escenógrafos, iluminadores y productores. Que les sea útil y la disfruten.

MT: ¿Qué formación tenés?
GG: Soy rosarino, nacido en 1974. A los dos meses me fui a vivir a Israel, estudié ahí música, teatro y un poco de pantomima; además en esa época estaba el auge de ‘Fama’, la escuela de artistas y todo eso. Eso fue hasta el 85. En el 85 ya estoy acá de nuevo.

O sea, música por un lado y actuación por otro.

Sí, música por un lado, actuación por otro y pantomima por otro. Cuando volví a Rosario, estudié en la Escuela Nacional de Música, piano y composición. Y después estudié dos años en la universidad. Ahí me hinché un poco las pelotas y me vine para Buenos Aires. Y ahí hasta el día de hoy estudio con profesores particulares todo lo que tenga que ver con jazz, armonía e interpretación.
Estás estudiando siempre...

Obvio. Desde hace cuatro años estudio con un profesor orquestación, dirección orquestal, y... no voy a dejar de estudiar, porque uno siempre tiene algo más para aprender. Nunca terminás de aprender y nunca terminás de estudiar, siempre hay cosas nuevas que salen... así es el arte. Bueno, en realidad hablo de lo que sé que es el arte, porque de las ciencias en realidad no sé nada, pero continuamente hay avances desde lo que tenga que ver con lo técnico -yo trabajo con máquinas, tengo un estudio MIDI en mi casa y con eso hago todo lo que tenga que ver con playbacks y las pistas...

¿Buscás elementos de otros estilos cuando estudiás?

Lo que pasa es que necesito saber más, necesito saber más de música para cine; si necesito hacer un trabajo específico para instrumentos de cuerdas necesito dominar determinados elementos; todo: armonía, armonía específica de jazz, música contemporánea, nunca dejás de estudiar. Siempre tenés cosas para aprender, siempre te faltan herramientas y por eso necesitás recurrir al estudio. Yo estoy lejos de ser un estudioso compulsivo, soy muy autodidacta, pero sin embargo... bueno, estudio.

¿Buscás profundizar tus conocimientos musicales en función del soporte al que lo vas a aplicar y desde las diferentes combinaciones de instrumentos y de las diferentes combinaciones estilísticas que existen?

Sí, claro... instrumentos, géneros. En mi caso, me dedico al teatro musical, a la comedia musical y al teatro de texto -la musicalización de teatro de texto-. En el teatro musical, por ejemplo, hay miles de variantes: desde lo que tenga que ver con lo lírico, hasta lo que tenga que ver con lo percutivo, con el cabaret... y uno no sabe todo. Entonces uno tiene que recurrir a herramientas para resolver... cosas. Es importante para los que lean esta entrevista, dado que está planteada desde el tema de la orientación vocacional, saber que estudiar música no implica estudiar siete años, recibirse y ya está. Es una búsqueda: tiene que ver con poder aplicar las cosas en forma inmediata o hacerlo a los diez años de haber finalizado la carrera. Es algo muy relativo y está relacionado con la capacidad que cada uno tiene para generar y la sensibilidad que cada uno tenga para captar la sensibilidad de los demás.

¿Alguna vez te pasó que tuviste que negarte a hacer un trabajo porque el trabajo tenía necesidades musicales que no iban con tu lenguaje, con tu conjunto de herramientas, con tu gusto, con tu estilo?

Sí, claro que sí. De hecho, me hago cargo de que hubo momentos en que yo no cumplía con las expectativas de lo que me estaban proponiendo y finalmente dije ‘eso no lo hago’. Uno no sabe todo. Tengo un montón de anécdotas: en un momento combiné la disciplina musical con la actoral: hace siete u ocho años atrás, Les Luthiers estaba haciendo una convocatoria para contratar covers -alguien para cubrir una emergencia- y me llamaron para audicionar, audicioné y pasé a lo que se llamaría el ‘call back’; y después me cagué en las patas, porque sentía que no cumplía con la excelencia de lo que estaban pidiendo. Y más allá de que obviamente ellos no me quisieron a mí, yo también me hago cargo de que me asusté... por ejemplo.

¿Cómo fue tu primer trabajo de música para el escenario?. ¿De dónde salió, cómo te llegó?

Mi primer trabajo fue música grabada, era un infantil, ‘El Show de la Pepita Rita’, con dirección de Andrés Vasalo, con Lucila Gandolfo, Marcos Failón, Celia Dota y Diego Pérez Morales. ¡Y estaba buenísimo!. La verdad que fue hermoso. No fue música en vivo, fue música grabada. Y mi primer laburo profesional en un teatro fue ‘Tango Review’, que hice con Alejandra Radano, Diego Bros y Fabián Luca, y que me trajo muchísimas satisfacciones.

¿Cómo es el proceso estándar de trabajo?. ¿A vos te contacta un director -asumiendo que director coincide con tu trabajo previo, pensando que vos vas a conseguir la música que el espectáculo necesita?.

Hay un montón de posibilidades, no hay una fórmula. Hoy en día, por ejemplo, me han llamado para trabajar en musicales que ya están hechos y muchas otras veces yo mismo generé los trabajos míos para concretarlos..., para transformarlos en musicales. Muchos de los espectáculos que hoy en día se conocen fueron autogestión. Hoy en día me está pasando, desde hace un corto tiempo, que me están llamando para trabajar. Entonces, me entregan el libro, para ver si me gusta, y en función de eso se propone la música. También se puede hacer un trabajo inverso: dar ejemplos musicales y encima de eso, en función a lo que se acordó con el director, se le pone letra. Pero es muy relativo, no existe una metodología única para trabajar. Por ejemplo..., hice la música de ‘Camino a la Meca’ -la obra de China Zorrilla-. Su director, Santiago Doria, me pidió que vaya a ver un par de ensayos, me explicó que era lo que él necesitaba y yo le acercaba material en función de lo que yo veía. Tiene que estar la confianza, uno como músico, de poder sugerirle variantes u otras posibilidades. Es una cuestión de ponerse de acuerdo y se arma la música. Otro ejemplo: hice hace poco una obra con Ricky Pashkus en el Centro Cultural Borges: ‘El Garabal’. Es una obra en que, en función de títulos, de temas, de ideas, presentaba la música y daba algunos bocetos de letras como para que los chicos fueran aprendiendo. Encima de la música hecha, se le escribía la letra; más allá de que en otros momentos del espectáculo Ricky me haya dado letras -o ideas- y me haya dicho ‘ponéles tu música’, con la posibilidad abierta de que yo podía modificar lo que a mí me parecía o él me pedía modificar cosas en función de lo que él necesitaba escénicamente. Así que, todo el proceso es muy relativo.
¿Trabajaste para cine?

Hice dos documentales. Uno se llama ‘Sensaciones’, la historia del Sida en la Argentina y otro, que no me acuerdo ahora cómo se llama, sobre la historia del judaísmo. En este momento está en postproducción. También hice varios cortos, uno con Valeria Ambrosio y Elena Roger, sobre el texto de ‘La Voz Humana’ y fue una experiencia alucinante. En este momento estoy haciendo mucha música en función de la imagen porque estoy trabajando para Torneos y Competencias y para Fox, componiendo música para sus programas. También estoy con un documental de once capítulos para Nike, sobre once jugadores latinoamericanos, que se va a emitir por Fox.

¿El proceso difiere mucho, comparando el cine con el teatro?

Los medios son distintos, son mundos distintos. El mundo de la televisión, por ejemplo, es totalmente opuesto al del teatro.

¿Las exigencias son muy distintas?

Creo que lo artístico pasa por otro lado. En el mundo del teatro lo artístico pasa por una cuestión más humana. En la televisión lo artístico pasa más por lo estético y por lo técnico. No creo que haya similitudes. Ojo, tengo que aclarar: la música para cine también es mucho más artística que la música para televisión.

Estas características propias de la tele, ¿cambian mucho el proceso creativo, el proceso de producción, de interacción con el resto del equipo?

En televisión no tenés tiempo, tenés que hacer algo para pasado mañana. Cuando uno monta una comedia musical, una obra de teatro o lo que sea, es un proceso largo, no dura sólo tres días. Hay que estudiar, asimilar, analizar interpretaciones, tonalidades, entre muchas otras cosas; esto hace que el proceso creativo sea totalmente distinto. En la televisión te pueden pedir que modifiques o adaptes algo, pero en general es un proceso mucho más frío, porque no estás trabajando, no estás interactuando artísticamente con personas, sino con máquinas. En el teatro estás con músicos en vivo, con gente, otro mundo.

¿Salarios para artes escénicas, cine y televisión?

Es complicado hablar de números, pero obviamente el dinero que se maneja en televisión es mucho mayor que la que se maneja en el teatro. Pero, si uno logra involucrarse en una obra con música original, que terminas siendo un gran éxito, también se gana mucho. En cine...por lo general, hasta que uno no tiene ‘fama’, uno tiene que adecuarse a salarios que están estipulados por el Sindicato de Músicos o por Sadaic, que dicen ‘el músico que compone tiene que ganar determinada cantidad’. En otros casos, me ha pasado, negociás con el director o con el productor de ganar más que el mínimo. Es otro tema.

¿Alguna vez diste clases de piano o de composición, para mantenerte, en los comienzos de tu trayectoria laboral?

No doy clases, no sé..., no me gusta y no creo que esté capacitado, al menos en este momento, para transmitir.

¿Tampoco piano para principiantes?

No, tampoco. No quiero que mi carrera se dedique a la docencia. Sé enseñar, pero por una búsqueda propia, y de la que me hago cargo, prefiero trabajar como profesional. Prefiero enseñar a cantar a un elenco, a una orquesta a interpretar la música que le doy, enseñar arreglos vocales. Pero no dar clases de piano, porque hay mucha gente que lo sabe hacer mucho mejor que yo.

La pregunta viene planteada desde el punto de vista de alguien que, por ejemplo, está en el Conservatorio y que tiene como objetivo la creación de música para escenario, lo que vos hacés a diario. La enseñanza del instrumento puede ser una salida laboral posible mientras que da sus primeros pasos...

Hay muchas formas aparte de la docencia de generar trabajo y que aparte da mucho training: son los eventos. Armar shows, armar bandas para espectáculos, son posibilidades -si uno hace bien el trabajo- de lograr una diferencia económica. Otra de las opciones es la docencia, claro. Es algo muy personal. A mí no me gusta la docencia en este momento de mi vida; hay mucha gente que ama la docencia.

Podemos hablar del caso extremo del músico docente que enseña mal y frustra una carrera...

Si, eso es cierto. Prefiero ser honesto conmigo y el día de mañana, cuando tenga la necesidad de transmitir, cuando piense que lo mío le puede servir a otros, lo haré. Hoy en día yo mismo sigo en un proceso de crecimiento.

Además del piano, que es tu instrumento, ¿con qué equipamiento trabajás?

Tengo un estudio donde trabajo con samplers, varias computadoras, módulos y rackeras. No tengo estudio para grabar voces, eso lo hago en otro estudio; pero todo lo que tenga que ver con producción musical, no vocal, lo hago en mi estudio. Para el que lea esta nota: no hace falta tener todo el equipamiento del mundo para empezar. El equipamiento mínimo es un teclado y una computadora. O un lápiz, un papel y un piano, para ser más austero, más verdadero, está buenísimo. Para el que puede sentarse con un lápiz y un papel y escribir lo que toca en el piano, las máquinas van y vienen. Lo verdadero es poder hacer eso.

¿Trabajás principalmente con algún programa?

Trabajo con dos Gigasamplers, muy poderosos; con un programa que se llama Sonar y con otros como el Reason; dentro de las máquinas que tengo, hay aproximadamente cuatrocientos módulos, que vendrían a ser como cuatrocientos teclados, dentro de una computadora.

Tenés 32 años. Desde que empezaste a trabajar en Buenos Aires, ya tenés en tu currículum casi cincuenta obras, entre arreglos y composiciones. Dentro de todo el proceso que viviste: formación, inserción laboral, desarrollo de cada uno de los trabajos, ¿hay algo que te gustaría haber evitado, que notás a la distancia que te tomó innecesariamente mucho tiempo?

Creo que si hubiese empezado mi carrera con mucha mayor disciplina en lo que tiene que ver no con la técnica, sino con la lectura a primera vista, habría hecho más trabajos que los que hice. O sea, me hago cargo de que cuando empecé mi carrera, no es que era medio vago, obviamente que trabajaba con partituras y leía, pero si le hubiese dado más pelota a eso, me hubiese servido para otras cosas no he podido hacer. Por eso, creo que la base de cualquier músico es el estudio. Hoy en día yo sigo con mi profesor analizando a Bach y a Mozart; ahí te das cuenta que cualquier estructura, cualquier armonía, cualquier género, partió de Bach y de sus Corales. Si tengo que dar un consejo a los que lean la nota es estudien; si ya empezaron no dejen, si no empezaron háganlo, porque sino no van a llegar nada; no dejen de tener curiosidad, inquietud y no cerrarse a nada.

Yendo al ámbito laboral, siguiendo con esta línea de consejos para principiantes, ¿qué recomendarías para buscar o para generar el primer trabajo?

Los que tienen las herramientas para hacer pistas, que empiecen a hacer pistas; los que tienen herramientas para acompañar cantantes, hagan eso, es un training increíble. Si a vos te gusta el teatro musical, el acompañar a cantantes te da una gran habilidad para entender y comunicarte con el intérprete, no todos la tienen y el cantante te lo termina agradeciendo. Tocar, laburar en eventos; los que tienen la capacidad y quieren dar clases, que den clases... no hay muchas otras cosas.

Me quedé pensando lo que decías sobre acompañar cantantes, ¿cuáles son las dificultades puntuales que enfrenta el músico que acompaña?

Si vos estás haciendo teatro musical, tenés que ‘leer’ perfectamente los tiempos del cantante que está interpretando dramáticamente un texto arriba del escenario. Vos no podés contar ‘...tres, cuatro’, empezar y no escuchar lo que sucede alrededor tuyo. Es un trabajo de conexión. De la misma manera, el cantante tiene que saber escuchar la orquestación, el ritmo. Es un trabajo en equipo y uno tiene que saber acompañar, tanto estando al frente de una orquesta como tocando en el escenario acompañando al cantante. Es algo fundamental.

¿Algo que quieras agregar puntualmente para los que están interesados en hacer carrera dentro del teatro musical, pero que tienen dudas sobre la salida laboral, sobre cuál es la mejor formación que pueden elegir, sobre el rédito económico...?

Me parece que para los cantantes o para los bailarines, lo que sé y puedo recomendar es estudiar, tratar de crecer y superarse. Pero lo más importante para diferenciarse del montón es nutrirse, no quedarse en lo chato. Escuchar musicales de afuera, no sólo los estadounidenses, escuchar todo, ver teatro acá, ver qué sucede; por lo menos para poder tener una visión de lo que se quiere hacer y de qué es lo que a uno le gusta. Acá en Buenos Aires tenemos a Pepito (Cibrián), a Ángel (Mahler), tenemos muchísimos, mucha gente. Hay cosas geniales, como los chicos del Descueve. Ahora con un grabador enfrente se me olvidaron todos, pero lo más importante es eso, no quedarse con dos o tres cosas, nutrirse, estudiar, generar, no esperar que te llamen, porque ‘Canciones Degeneradas’, ‘Mina. Che cosa sei?’, ‘La Fiaca’, ‘Quiero llenarme de Ti’, ‘Amantes Odiosas’, ‘Umbral’, que hice con Sebastián Holtz, son espectáculos que funcionaron bien, que tuvieron mucho éxito, son auto-gestionados, nadie esperó que nos vengan a buscar, nosotros salimos a hacerlo. ‘Mina...’, ya todo el mundo sabe qué paso con Elena (Roger), fuimos a Europa, ahora vamos a volver...; es todo autogestión.

¿Estás analizando compositores contemporáneos de música para el escenario?

Tuve oportunidad de investigar mucho a Kurt Weil, a Sondheim, soy fanático de Danny Elfman, que hace mucha música para cine, que ha hecho por ejemplo ‘El Extraño Mundo de Jack’, que es maravilloso. Cander y Ebb me parece que son los más grandes compositores de teatro musical, tienen una obra bellísima. ‘Chicago’. ‘Cabaret’. También Gershwin, Cole Porter.

Me interesa puntualizar en la idea de tu continuidad con tus estudios. ¿La idea atrás de esta formación permanente es ampliar tu lenguaje, para no limitarte, no repetirte?
Claro, por ejemplo, ahora estoy con varios proyectos distintos. El que estamos armando con Claribel Medina está más cercano al teatro musical, es algo muy kitsch, muy gracioso. Luego, lo que hice con Sebastián Holtz, que incorpora un quintento de cuerdas, es algo muchísimo más solemne, con mucho menos show, casi un trabajo de música de cámara. También estoy con el tributo a Sandro, donde versionamos temas de los setentas y que también es muy escénico. Para cada cosa, es necesario un vocabulario diferente. Y volviendo con los Corales de Bach: hace un año que me estoy animando a hacer arreglos vocales, ahora ya lo hago, ¡pero en su momento hubo que tomar la decisión!. Haber hecho ‘Amantes Odiosas’ con un repertorio muy complicado, con canciones de musicales de hace muchos años y hacer cantar a tres cantantes increíbles, fue un enorme desafío. Todo es un desafío. Uno nunca deja de estudiar, esa es la idea, sino te quedás en el camino.