España rie y canta

Por Fabián D´Amico

La labor de un crítico ante un hecho teatral debe tener ciertas características entre las cuales se destacan tener en cuenta la subjetividad, el distanciamiento frente al objeto a analizar y las condiciones de producción y de recepción de la discursividad. Otro elemento importante es el trabajo en serie, es decir analizar un trabajo no como situación aislada y única en su género /estilo sino como parte integrante de un sistema. Varias características que el púbico desconoce y quienes se encargan de emitir una opinión o juicio de valor las tienen internalizadas.

El conflicto discurso artístico/ análisis crítico entra en juego cuando el fenómeno “público” entra en juego y en algunas ocasiones resulta imposible de obviar. En una época de restricciones económicas importantes tener acceso a un espectáculo gratuito es algo valioso, más cuando la mayoría de los asistentes tienen varias décadas sobres sus espaldas y cuando los elementos que abundan en la sala no son los teléfonos celulares sino los bastones.

Los lunes por la noche una larga fila de personas con juventud acumulada espera ansiosa la apertura del teatro Empire. El hall del teatro invita a todos a tomar contacto con la gloria arquitectónica-muy bien conservada- de los tiempos dorados de las grandes salas teatrales, donde este teatro, como otros tantos lugares alejados de la avenida que nunca duerme- o dormía?- tenían prestigio y confort. Al ingresar a la sala un señor recibe a la audiencia con afecto y cordialidad. Es Ernesto Raso Caprari, el creador del espectáculo.

Más allá de la propuesta social que significa una salida teatral gratuita para muchos jubilados, lo meramente artístico- a pesar de ciertas concesiones que se deben hacer para entrar en el juego planteado por el director- tiene valores destacables. El poner en escena una “revista blanca española” ya es un desafío desde lo genérico. Un show armado en base a breves textos con entremeses musicales tiene el plus nostalgioso de las grandes producciones del Teatro Avenida en sus origines hispánicos. Lo cierto es que en España rie y canta la producción es casi inexistente- cámara negra, mínimos elementos de utilería, vestuario de sastrería teatral o propio de los intérpretes, música grabada- pero el amor hacia lo ofrecido compensa en cierta medida la ausencia de inversión monetaria.

Textos de Vital Aza, Jacinto Benavente, Rafael de León, Federico García Lorca y del mismo director están unidos y situados geográficamente en la España del siglo pasado por coplas, pasacalles y lo mejor del cancionero español a cargo de dos histriónicos cantantes como Rocio del Cielo y Ariel Zamora. Un espectáculo dinámico y entretenido donde el ritmo sostenido entre canciones y textos roba mucho de los aplausos de la noche.

Tal vez el punto débil es la disparidad de los integrantes del elenco. Un excelente protagónico de Daniel Miglioranza, quien brilla tanto en el drama- visceral interpretación de La profecía de Rafael de León- como en los pasos de comedia y una ductil Ana Padilla, que con apenas comenzar a decir los bellos versos de Cuando se abre en la mañana…de Doña Rosita la soltera y cargando una ridícula maceta con flores artificiales logra captar la atención y el fervor de la platea como divertir a carcajadas con su pitonisa "Lola".

El resto del elenco vacila entre la declamación y la inexperiencia que tiene la juventud y que se soluciona con el paso del tiempo. Otro punto que atenta contra el resultado final es el erróneo phisique du rol de los actores para algunos de los momentos más importantes del show. Ana Padilla hace la madre de una persona que la dobla en edad, y a Antonio Caride se lo nota incómodo y dubitativo en la comedia.

España rie y canta rescata un estilo de teatro popular y de entretenimiento que gracias al Mecenazgo cultural de CABA puede ser disfrutado por una sala colamada lunes a lunes y poner en ruedo nuevamente a una sala tan bella como lo es el Teato Empire.