Fuego entre mujeres

Por Fabián D´Amico

Nueva propuesta de Muscari para el teatro comercial donde se destacan las actuaciones de Irma Roy y Mónica Salvador.

Con una dramaturgia y un estilo particular al encarar sus proyectos, José María Muscari es sin duda, junto a Javier Daulte, uno de los nuevos y talentosos exponentes del teatro argentino en los últimos años. Nada conformista y transgresor en lo que dice y muestra, Muscari coquetea cada vez más a menudo con el teatro comercial, acercando a éste un soplo de frescura e irreverencia siempre bienvenido.

Con mayor o menor suceso, sus obras ocupan carteleras de teatros impensados años atrás para productos independientes, y en esta temporada estival porteña, un producto suyo puede verse en la sala pequeña de uno de los templos de la revista porteña como lo es el Tabarís.

Fuego entre mujeres es la nueva propuesta de Muscari, aunque la obra no sea desconocida para el público del circuito off. Estrenada hace un tiempo con el título de Piel de Chanco en el teatro del Pueblo con el protagónico de Maria Aurelia Bizutti, esta historia de una disfuncional familia de mujeres vuelve en una nueva versión y con un elenco distinto.

La historia es simple, lineal y a la vez transgresora. Una casa, una familia compuesta por una abuela, una madre y una hija y un sinnúmero de conflictos. Situación más que general y común en cualquier familia, salvo que esta es un tanto particular. Una abuela pirómana, que en su último atentado casi pierde su vida, quedando su cuerpo con quemaduras que exigen un transplante total de piel, siendo el donante un chancho. Una hija con dificultades de comunicación que la llevan a vivir una vida oculta, donde disfrutar plenamente su homosexualidad. Una nieta con trastornos alimenticios ocasionados por el deseo de ser odalisca. En el medio de estas tres mujeres, un solo hombre, una sola figura que permite que las mismas concuerden y coincidan, que olviden sus diferencias y peleas y disfruten de este amor compartido: Sandro.

Dentro de un ambiente kirsh, plagado de fotos de Sandro, con altares y flores a éste, se desarrolla una serie de encuentros entre estas mujeres alrededor de la mesa de una comedor. Encuentros duros, peleas en donde la sutileza no es moneda corriente, en donde la agresión física esta a flor de piel, diálogos impensados entre nietas y abuelas, combates cuerpo a cuerpo entre estas mujeres que se odian y aman con la misma intensidad. En medio de esos encuentros, cuando la música de Sandro suena y los ánimos se calman y hasta hay tiempo para bailar al son de su música, es donde se rompe la cuarta pared y cada una de estas sufrientes mujeres relatan al público sus temores, sus historias personales, sus anhelos y los anhelos para sus seres queridos.
Inscripta en un registro que oscila entre el absurdo y el grotesco, en este drama familiar no falta el humor, solo que del más negro que exista y solo en ráfagas atenuado con un dejo de nostalgia a épocas pasadas en menciones a programas televisivos, marcas de productos alimenticios o personajes famosos. En Fuego entre mujeres la dramaturgia de Muscari es relegada a un segundo plano frente a las actuaciones.

Desde su regreso a la actuación Irma Roy aposto a un cambio. Heroína de telenovelas y de dramas teatrales, su recordada criatura de Flores de Acero le abrió un camino a un género tan difícil como el de la comedia y la juega de manera estupenda. Con pasajes de un profundo dramatismo y de alta carga de violencia, es en el humor y en el absurdo donde se aprecia que su papel crece gracias a la entrega de la actriz a ese juego y el disfrute puesto en tal. Con un dominio escénico preciso pese a estar buena parte de la pieza envuelta en vendas que impiden su desplazamiento, escollo que no es tal para Roy y del cual saca provecho en situaciones verdaderamente desopilantes, en las que posibilita hacer querible a una criatura siniestra como lo es su abuela asesina

Junto a ella, el grato encuentro con una excelente actriz de teatro como lo es Mónica Salvador. Realiza una composición difícil y que maneja de manera certera, dotando a su conflictuado personaje de matices delicados, descollando su actuación cuando llega el turno del monologo.

Completa el trío de esta disociada familia Dalma Maradona en su primer papel dramático. Con excesos de gritos innecesarios y frente a un dúo de excelentes actrices, Maradona no se acobarda y realiza una correcta aunque algo dérmica interpretación de una adolescente trastornada por su figura.

Fuego entre mujeres es una oportuna primera aproximación al universo Muscari para aquellos que no lo han visitado aún y una nueva oportunidad de recorrerlo para quienes lo conocemos en una puesta políticamente adecuada para un teatro y un público comercial y tal vez no acostumbrado a los platos fuertes que este joven director sirve en el teatro alternativo