Los diferentes yo, del arcángel arrabalero

Por Sebastián Pozzi

Luis Cícero nos lleva al mismo infierno.

El director contó con un excelente elenco para un variado cóctel de realidad, tango y sombras. La música original cobra vida por Juan Esteban Caucci y cuanta con arreglos de Javier López Del Carril. La coreografía es de Sandy Brandauer. La obra fue estremecedora.

El lunes 28 de octubre, se presentó a la prensa "PARAFERNALIA INFERNAL", en el Teatro Del Nudo, que irá todos los Viernes en el Auditorio Losada. Se trata de un espectáculo que posee el apoyo de PROTEATRO, la institución de la Secretaría de Cultura del Gobierno de la Ciudad, que subsidia al teatro no oficial porteño.

El director y autor narra la historia de una Argentina que sigue buscando su identidad en una encrucijada plena de miedos, fracasos, sueños, amores y muertes. Con una estructura profunda y acertada, describe las tantas personalidades de hombres y mujeres de un país de valores perdidos y de fe adormecida. Los diferentes personajes, atrevidos y complejos, son interpretados por artistas tales como: Guillermina Brandauer, Ligia Piro, Gimena Riestra, Laura Silva, Damián Cortés, Rodrigo Garbarino, Jorge Priano y Marcelo Trepat, quienes a través de la poesía y el canto, nos muestran las necesidades, fantasías y temores de los mismos. El hilo conductor lo lleva un actor invitado que irá cambiando con cada función, en este caso se trató de un irreconocible Pablo Rago, en una honda composición.

En escena aparecen: un linyera que recuerda a través de viejas notas, olvidadas en sus bolsillos, las causas de su desgracia e infortunio que apenas con la luz de una linterna intenta seguir su derrotero; una ninfa hamacándose en sus deseos; un espíritu de danza contemporánea; una histérica y graciosa manipuladora; una ensangrentada bañada en desamor; una muñequita de porcelana y soledad; una novia con un ramo de lágrimas; una señora operada y desesperada; un paciente sin decisión; su terapeuta que baja a los vahos narcóticos de un cine porno; una cumbia cercana y pegadiza. Esta enumeración de cuadros musicales se definen sobre el banco de los acusados, en una aprehensión a las memorias sensoriales y a un despojo comprendido por un crecimiento individual en donde todos somos parte de un todo aún no
asimilado.