Más que real

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Por Fabián D´Amico

Musical que a través del tamiz del humor, refleja la soledad en que puede estar inserto una persona aún cuando este rodeado de gente. Brillante performance de Laura Manzini secundada por un dúctil Diego Bros y una certera dirección de Emiliano Samar.

Emprender no es un término vinculado solo al mundo de los negocios sino que es aplicable a toda persona que tenga pasión en poner en marcha cualquier tipo de proyecto. Y si de pasión se trata Laura Manzini es una experta en el tema. Con más de un espectáculo autogestionado (Eres maravillosa el más recordado) la artista llega nuevamente a la calle Corrientes con una obra de su autoría y que la tiene como protagonista principal. Como en propuestas anteriores, se propone- y lo cumple con creces- retratar a través del tamiz del humor y la música, debilidades humanas, seres indefensos o mirándolos desde otro ángulo, seres inquebrantables que soportan presiones externas que provocan mella en su fortaleza pero con el propósito de encontrar una salida a sus inconvenientes.

Más que real es la vida de Claudia, tiene alrededor de cincuenta años, trabaja como secretaria de un médico en una oficina que atiende a adultos mayores. Vestida con traje sastre, ingresa a la sala con un walkman-si, un walkman- en la mano y comienza su rutina diaria. Atender a ancianos que reclaman sus derechos bien conseguidos, llamados telefónicos con personas que apenas escuchan, dar pocos números para infinidad de reclamos en un consultorio que no a basta a tantas demandas. En esa vida rutinaria, Claudia busca escapar de su soledad, de su “no vida” potenciada por los constantes reclamos de una madre opresora que desde una voz en off se intuye su carácter dominador. El único momento de paz de la mujer lo logra cuando se conecta con El, el hombre de sus sueños, el hombre que inventó y que solo habita en su mente.

Ella sabe que el no es real pero es la única calma a su desolación. Cuando aparece el, su pulcro escritorio se desordena, su corazón palpita, su piel se eriza. El poco raciocino que le queda la lleva a reflexionar y a tomar la decisión de matarlo, habiendo intentando esa tarea en el pasado con yoga, con mantras, con diversas terapias. Lo único que no probó es el psicoanálisis pero esta decida a enfrentarlo. Las sesiones de terapia van dando luz a la realidad de Claudia y que la decisión de encarar una cura no es realizada por propia voluntad sino por un hecho violento y desagradable que el público descubre con el devenir de la obra.

Lo que queda en claro en Más que real es el trabajo en conjunto entre las distintas áreas creativa de la pieza. No hay dramaturgia que no tenga correlato en las acciones dramáticas, ni cuadros musicales que sean solo ornamentales. Todo tiene un porqué y un para que en la obra. Una obra pequeña y potente a la vez que encuentra en Emiliano Samar a un director que logra llevar la acción dentro de un marco de contención precisa. Samar logra que los cambios continuos y constantes de carácter de la protagonista estén en pos del discurso y no sacar provecho de un golpe de efecto, siendo sin dudas la canción donde Manzini se reconoce enferma el momento más dramático y mejor resuelto de la pieza.

El magnetismo de Manzini como actriz en la zigzagueante caracterología de su criatura, la fuerza y dulzura en los dificilísimos temas musicales que debe interpretar- cuya letras también son de su autoría y son sostén y resolución de muchos dramáticos momentos- el loable trabajo de Diego Bros dividido en varios personajes- El, la psicóloga, la madre ,un preso, el hombre real de su posible vida futura-como actor, bailarín y cantante y la mano siempre presente del director hacen de Más que real un espectáculo acabado, sin fisuras, donde el público podrá encontrarse con seres cotidianos y reconocibles y en ciertos aspectos, con patologías conocidas- y tal vez no reconocidas- que hacen de la vida diaria de un ser en sociedad, una dicotomía entre placer y tortura