Mama Punk. Antiópera

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Por Fabián D´Amico

Karina k, una inconmensurable artista, presenta un show tan personal como creativo en la sala mayor del Maipo.

Lograr un espacio y reconocimiento dentro del ámbito teatral en Buenos Aires no es tarea sencilla. Lleva años de preparación, estudio, formación y el aceptar trabajos más por necesidad que por placer. Árbol perdido dentro de un bosque lleno de otros intentando crecer más que los demás, bailarín de la última fila del coro casi llegando a las patas del escenario y siendo reconocido apenas por la familia, cantante de cabina ansiando pisar el escenario no solo en el saludo final siendo un anónimo entre tantos. En la comedia musical a estos luchadores se los conoce como gitanos y sobreviven- y se desarrollan- entre clases, infantiles por la tarde, obras por la noche y con suerte shows en boliches en trasnoches donde predomina la autogestión frente al mero reconocimiento. Pocos son los que llegan –luego de darle dura pelea- a tener un nombre propio y elegir entre hacer o no una obra y en poder tener su propio discurso. Cuando se alcanza ese lugar, el artista- adjetivo valido a la hora de definir al vencedor- ofrece no solo su arte y profesión sino una particular mirada de contar historias. Esto último pasa con Mama Punk, antiópera, espectáculo creado, actuado y dirigido por Karina K.

A igual que Elena Roger con sus discos de rock o junto a Pipi Piazzola cantando tangos, y Gerónimo Rauch con su homenaje a Los Beatles, Karina K deja de lado la comedia musical y se lanza de lleno a mostrar ,más allá de su inconmensurable talento como cantante e interprete, su faceta más personal y política. La actriz toma como base de su primera creación integral la música de Nina Hagen, cantante alemana de gran suceso en la década del 90 por su frenética música y sus atrevidos vestuarios y peinados para tomar como suyo el discurso implícito que Hagen propone desde la letra de sus canciones. En una difícil época de Alemania, Nina surge con un fuerte estilo musical y un intenso alegato en sus letras, que de no ser por la traducción al español para este show, muchos hubiesen desconocido. El consumismo, el capitalismo, la religión, las libertades y el sexo son los tópicos de la música de Hagen y de la propuesta de K en la sala grande del Maipo.

Una excelente puesta en escena con banda en vivo, proyecciones, un espacio donde se desarrolla la acción difícil de describir estéticamente y platos voladores que descienden desde la parrilla del teatro dan marco a un show personalísimo de K con un diseño de iluminación de Gonzalo Córdoba muy cercano a un recital de rock. En lo que dura el espectáculo, Karina K, acompañada por Cynthia Manzi en un personaje con rasgos alienígena, despliega una fuerza y potencia arrolladora que se contradice con las pacifistas letras, hoy un tanto utópicas y cercanas a una revolución cultural pasada- el número de la televisión más que contestatario hoy en día resulta naif- y en muchos aspectos perdida, aunque siempre existan soñadores que se nieguen a rendirse en su lucha.

Mama Punk , antiópera invita a realizar un viaje al pasado, tal vez no tan lejano en lo musical como si en lo discursivo. Una travesía que no va a permitir encontrase a la ingenua Norma Casidy de Victor Victoria, a la excéntrica fabricante de empanadas de Sweeney Todd, a la sufriente Judy o a Yiya, la envenenadora de Monserrat sino a una Karina K personal, propia, única, ella, persona sin personaje. Un ser que más allá de lo externo de la exótica ropa y los raros peinados nuevos, comparte con el público una manera de vivir lo artístico y la vida tan personal como creativa.