No sueñes, vívelo

Por Fabián D´Amico

Nota al elenco de Rocky horror show.

Los fanáticos de los musicales tiene la oportunidad, todos los viernes, bien pasada la madrugada, de disfrutar de uno de las comedias musicales más divertidas y bizarras de la historia del género. “Rocky Horror y Show”, es un musical que se presenta en la sala 1 del Teatro El Vitral, basado en la película “The Rocky Horror Picture Show”.

Horas antes de la función, Mundoteatral fue invitado a vivir una experiencia muy particular: el detrás de escena previo al comienzo del show. Un gran departamento, convertido en estudio de arte, ubicado en antiguo y tradicional edificio de Buenos Aires, cercano al teatro, es el búnker de este grupo tan especial de gente. El ritmo urbano de la noche porteña, en especial, el de la Avenida Corrientes, se quiebra al ingresar al estudio de arte, convertido en camarines.

Risas, vocalizaciones, celulares que suenan constantemente, gente corriendo de un lugar a otro acarreando pelucas, zapatos; los chicos maquillándose en el baño, las chicas delante de grandes espejos en un salón de baile, muchos tarros de maquillaje blanco, mucha purpurina, mucho taco aguja, mucha adrenalina pero bajo control, mucho cigarrillo, pero sobre todo, mucha alegría, compañerismo, diversión.

Dentro de este clima de vodevil, Mundoteatral, con la ayuda de Pedro Riveros, el coordinador de la producción, pudo rescatar del bullicio y de las corridas constantes, a los responsables de la producción de la obra, y a su vez, actores o directores de la misma. En un cómodo y tranquilo salón, Pablo Sánchez, Nora Moreno, Omar Rodríguez, y Ernesto Fontes se disponen a respondernos nuestras inquietudes sobre la obra.

Pablo Sánchez, director y actor protagonico de la obra, con un maquillaje que cualquier vedette envidiaría y vestido con un jean y remera; y Nora Moreno, directora, coreógrafa y bailarina de la obra, totalmente caracterizada como para salir en ese momento a escena, son los primeros en hablar con nosotros.

M.T.: ¿Qué encuentra la gente que vio a Rocky en la versión anterior en el Teatro de la Fábula, de distinto en ésta versión?

P.G.: Puntualmente, desde la puesta en escena, o desde la dirección, creo que, cuando nos juntamos con los chicos, queríamos apuntar a explotar más la estética bizarra, desde la parte del show, como una cuestión de energía, de elaborar la energía pélvica y entonces como desde ahí, reventar para afuera, levantar un poco todo el tema del público, su participación. Hacer toda la primera parte más feedback, a pesar de que la obra es muy ida y vuelta. Quisimos también estéticamente levantarla con todo lo que sea vestuario, contar con un poco de producción, y poner los coros en vivo. La puesta de hacer los coros en vivo, era un desafío; por eso Luis Aguilar, junto con Santiago López hicieron los arreglos vocales. También teníamos como una necesidad, ya esto más como grupo, nosotros cinco, Omar, Pedro, Ernesto, Nora y Yo, de ver que nos pasaba con gente nueva, con más gente, con nuevo elenco, con el mismo producto.Se hicieron letras nuevas, se adaptó el libro nuevamente, se trabajó en escenografía y con vestuario, y haciendo propuestas paralelas a lo que veníamos haciendo, cerrando esto, de más y más show.

M.T.: ¿Cómo es el hecho de trabajar en una co-dirección en un musical?

P.G.: Es interesante. A mí me relajó en algún sentido. Además a Nora la conozco desde hace mucho tiempo.

N.M.: Tenemos buena química, trabajamos bien juntos, nos entendemos, yo entiendo el código de Pablo, él entiende el mío para trabajar, que me parece que es muy importante. También está el hecho que la dirección general, si bien es de los dos, yo respeté obviamente toda su puesta y él respetó todas mis coreografías, simplemente por el hecho de que coincidíamos en la estética. Yo creo que al darse eso, no había ninguna queja del uno hacia el otro.

M.T.: Para realizar esta puesta ¿se basaron en la película, o en alguna puesta que hayan visto?

N.M.: Nos basamos en la película. Es más, las puestas las hemos visto, pero no creo que haya sido un factor determinante para nuestra versión

M.T. ¿Qué creación propia, es decir, de ustedes, tiene esta puesta, que se aleje de la película o de las versiones teatrales?

N.M.: En mi caso, mis coreografías son originales. En las puestas que vimos, ninguna tenía coreografías, es decir baile, sino puesta en escena de las canciones. En mí caso fue ese, puse las coreografías y en la puesta en escena también.

P.G.: Yo quise enfatizar mucho todo el tema del histrionismo de los personajes, sabiendo cual es el límite, es decir, el límite de la sobreactuación. Desde mi lugar, quería ponerles a los chicos, al elenco eso. Reventar, reventar, mucho para afuera, levantar el show.

M.T.: Si viese la obra un productor, como Romay, y dijera “vamos a hacer Rocky con todo” ¿Qué ganaría y que es lo que perdería esta versión o la visón que tiene ustedes de esta obra?

P.G.: Yo creo que el hecho de pasar un espectáculo off a un espectáculo comercial, pierde un poco el espíritu. Puntualmente, esta obra, este grupo, esta gente, significa, además de la obra, de hacer el protagónico, de dirigirla; un montón de cosas a nivel personal. Hablo de esfuerzo, de pulmón, de garra, de la corrida. Entonces creo que sería diferente. Relajaría un montón de cosas, facilitaría otras, pero perdería parte de la esencia de lo que es el proyecto o de cómo surgió, o de cómo conozco a Nora o a Omar. Sería otra cosa diferente. De hecho, se hizo en el año’94 y fue otra experiencia

M.T.: ¿Cómo te sentís vos que siempre te reconozcan o te vean como Fran y no como Pablo? ¿Cómo es la experiencia que te vean siempre producido como el personaje y que tal vez, no te reconozcan en la calle como el actor que hace ese papel?

P.G.: De hecho, es lo que me pasa. Es mucha la gente que me saluda a la salida, pero después no me reconoce. A mí, me divierte mucho. A mi Fran me divierte mucho, es un personaje que me llena de satisfacciones, es fabuloso. La tomo bien esa situación

M.T.: ¿No tenés miedo que el personaje te fagocite?

P.G.: No, me divierte todo el tiempo hacerlo. Trato de buscarle cosas siempre, cosas nuevas, o que me dispare cosas nuevas. Hace tiempo que lo hago, mucho tiempo, pero igual me divierte. Creo que es un tema de momentos, de mantener algo, algo que uno que va eligiendo. Por ahora elijo esto, me hace bien, me gusta, me divierte, me hace crecer esto. Fundamentalmente creo que eso. Todo el tiempo me hace crecer Rocky.

M.T.: ¿Para cuanto tiempo más Rocky?

P.G. :(Risas entre todos, miradas cómplices, y dudas al responder) No se sabe, no se sabe. Todavía no. Hay ganas de seguir, de extender un poco más.

M.T.: ¿Tiene la productora algún proyecto nuevo o algo en vista paralelo o posterior a Rocky?

P.G.: Posterior a Rocky, pero estamos recién empezando a pensar. Hay energía de laburo, de seguir avanzando, de seguir haciendo cosas. Estamos con el grupo, con gente nueva, la experiencia del casting si bien fue divertida, a la vez piola, porque es un grupo de pibes que laburan bien y que en las condiciones que está planteado el proyecto, es decir, se cobra sueldo, esto es una cooperativa con producción, pero, no por eso, no se hacen cosas profesionalmente. Hay muchas ganas.

M.T.: ¿Le encontrás alguna lectura racional al fenómeno de Rocky en el mundo?

P.G.: Puntualmente, por lo menos, lo que a mí me pasa con Rocky, es que lo siento como una fiebre. Con el tiempo, investigando un poco, metiéndome en Internet, pude ver eso. Yo no conocía la obra, fui a un casting cualquiera y después me despertó el amor por el proyecto. Chupa a la gente, me pongo del lado del espectador y siento eso. De hecho me pasa con gente conocida o con amigos que han visto el espectáculo y es como una cosa muy fuerte. Con mucha gente pasa que hay un antes y un después de ver Rocky. Fuera de broma, de verdad, salen locos, quedan flasheados, pasan cosas, “no sueñes, vívelo”. Me encanta eso que genera la obra, es una genialidad para mí, me fascina

M.T.: Vos, Nora ¿Cómo lo ves a éste fenómeno?

N.M.: Yo comparto su visón. Nosotros nos conocimos juntos en el mismo casting. Ese día, yo también conocí la obra, me empezó a gustar desde ahí la obra, me empecé a interiorizar desde ese momento y personalmente a mí, Rocky me dio muchas cosas, que quizás otros espectáculos, no me den. Ya el hecho de lo que expresa el público en Rocky, no lo expresa en otras obras, porque es un público que participa todo el tiempo. Entones, vos lo sentís que está todo el tiempo arriba y eso te llega todo el tiempo. Para mí eso, es lo más importante de Rocky. También lo que yo valoro y por lo cual sigo en pie en Rocky, es el crecimiento, que desde hace dos años, venimos teniendo. Como que la obra cambió, fue creciendo, y cada vez veo que se sigue un paso más adelante, va avanzando. Esa es la idea, no parar, no estancarnos en algo, sino, que el proyecto siga creciendo.

M.T.: Una particularidad de la puesta de ustedes, a diferencia del original, es que el personaje de la Pochoclera y Magenta no lo hace la misma persona ¿A qué se debe el cambio?

P.G.: Es que ha venido mucha gente al casting, y de verdad nos gusto mucho Cecilia de Bruno, y se dio la posibilidad de elegir, hablamos con Nora y con los chicos y todos coincidían en la posibilidad de que lo haga ella ,le vimos el pshisique, la energía como para que pueda hacerlo.

N.M.: Y aparte Carla nos encantaba como Magenta, entonces se dio la posibilidad de dividir los roles.

P.G.: Bueno, es el caso de Janet también, con dos alternantes, con dos versiones diferentes y geniales.

Ernesto Fontes, es, junto a Pablo y Nora, uno de los actores que estreno la puesta original que se presento en el teatro de la Fábula en el año 2000, y que ahora, alternando su rol de actor con el de productor, repite en esta versión, el personaje de relator. Nos comenta su visión de ese personaje dentro de la obra.

M.T.: ¿Cómo abordas tu personaje, siendo que en versiones anteriores, lo han hecho actores de edad, o personas que no eran actores, sino animadores o conductores?

E.F.: Cuando me convocaron en el anterior casting para este personaje, me asombró, ya que yo, particularmente soy actor, es decir no canto ni bailo. Para mí, fue un desafío hacerlo, sabiendo que lo había hecho Tenuta, Rolo Puente, que en Broadway lo había hecho un conductor. Un desafío, el tener contacto con el público y estar más allá de la obra, y meterme y teniendo 26 años también enfrentarme a esto, fue un desafío grosso que quise hacer, y hacerlo a mi manera. No quise ver ninguna versión filmada, lo vi con Tenuta en vivo, pero una vez, es decir no tenía tanto precedente. En base a las pautas que me fueron dando los directores, lo fui creando a mi manera, y dándole el protagonismo que yo vi que no tenía.

M.T.: ¿Cómo fue le proceso de encontrarle al personaje un espacio propio en la obra, un estilo muy parecido al de los personajes tal vez más bizarros, ya que tal vez sea el rol más ajeno a la verdadera acción de la obra?

E.F.: Lo tomé en base al público que soy yo. Cuando vi la puesta del año ‘94, y lo observaba a Tenuta, veía que explotaba el escenario y él, estaba como en un palco, un escritorio aparte. Sentía como que la obra se caía, independientemente que era una composición excelente; y no quería ahora que se caiga. Yo quería ser parte de la obra, es decir, no quería que la gente estuviese extasiada por ver lo que estaba pasando en escena, y en los monólogos del narrador, que la obra se cayese y que sintieran que era un bache, como un separador. Quise darle la gracia que se merecía el personaje y el protagonismo, sin tapar a nadie, porque no tapa a nadie, tienen su protagonismo propio, pero quería esa participación como público, mirándolo desde el otro lado, no desde escena al público, sino como público hacia la obra, es decir, que podría pretender el público de esos fragmentos en donde está el narrador.

M.T.: ¿Cómo manejas la relación con ese publico, que es impredecible, siendo tu personaje la relación entre obra/platea?
E.F.: La verdad que cada vez que salgo a escena es un esperar a ver que pasa. Uno tiene sus herramientas como para incentivar a que participe el público, pero yo estoy abierto a lo que pase, y a disfrutar de un público bajo, es decir, que no esté tan extasiado y jugar con eso, y que el personaje se desarrolle a partir de esa situación. La interacción con el público y esperar a ver como reacciona, es lo más rico del personaje. La intensidad del monólogo va a depender mucho del público de cuanto se prenda o no.

M.T.: ¿Tuviste alguna mala experiencia de un público que no te haya respondido como vos esperabas?

E.F.: Si, he bajado a platea a preguntar a 10 personas si querían que les contara, cara a cara. Pedí luz de sala y bajé, y ahí, como que reaccionaron, que yo no era una parte del elenco, sino que les estaba preguntando a ellos si querían que les contara o no la historia de Rocky.

M.T.: ¿Sentís que el escenario del Vitral es el ámbito ideal para Rocky o tenés algún otro espacio, dentro del off, en donde podría desarrollarse la obra o tal vez potenciarse?

E.F.: Del off, El Vitral, por la ubicación, es lo mejor que hay. Hemos visto otras salas del off sobre Corrientes, y la verdad, que no nos inspiraba Rocky. Después de haber hecho Rocky durante dos años, la obra ya es una marca del Vitral, con esta puesta. Además, el producto que hemos conseguido como producción, hoy por hoy, no quisiera verlo en un teatro comercial. Creo que se desgastaría y perdería esa magia tan especial que tiene. Si la gente viene a ver Rocky, y la atiende un acomodador de traje negro, con los programas y la linterna en la mano, formal, serio; ya se pierde lo que queremos lograr.

Omar Rodríguez, al igual que sus arriesgados compañeros, es parte del grupo de producción, y responsable de la traducción, adaptación y dos de los papeles de la obra. Con una postura de paz y tranquilidad, diametralmente distinta a la que demuestra sobre el escenario, Omar nos cuenta su experiencia de ser sobrino y tío a la vez ,de un mismo personaje, y de su labor en cuanto a la adaptación del libro

M.T.: Teniendo dos de los personajes más opuestos de la obra ¿En cual te sentís más a gusto?

O.R.: Con el Dr. Scott. Como es un personaje más grande, siento que puedo jugar, llevándolo a lugares distintos: En cambio con Eddie, esto no me ocurre. Es una sola canción de 2 minutos y me siento muy acotado. Le puse más energía a Scott y me divierto más.

M.T.: Cómo reacciona el público, con esa diferencia e energía que volcás en los personajes?

O.R.: Bien. Lo que sucede es que a Eddie le pongo más fuerza a la canción tratando de cantar lo mejor posible, y con Scott, le exijo más al personaje, al actor, y eso la gente lo agradece, con sus risas.

M.T.: ¿Existen acotaciones tuyas, propias, que le pones a Scott, que no estén dentro del guión, o que te las haya marcado el director?

O.R.: Sabes que no. La mayoría de las cosas que digo, están escritas por mí (Risas). Yo hice la traducción y adaptación de la obra, así que tuve el privilegio de incorporar cosas mientras adaptaba la obra.

M.T.: Para esa traducción ¿Te basaste más en la obra o en la película?

O.R.: En la película, 100%, es decir el libro de la película.

M.T.: De ese libro ¿Te concentraste más en algún personaje en especial?

O.R.: No. Lo que hice en un principio, fue una traducción total del libro de la película y después fui adaptando, puliéndola para un escenario, modificando escenas que eran para cine y que nada tenían que ver con el teatro. Pero a los personajes los trate a todos por igual

M.T.: ¿Cómo fue ese proceso de traducción? ¿Trabajaste el libro junto con la música o lo hiciste por separado?

O.R.: Fue un trabajo por separado. En las puestas anteriores, lo único que había hecho, eran las letras de las canciones. En esta última puesta, hice todo el libro. Es decir, quisimos mejorar todo. Hice el libro desde cero, le saque cosas que tenía el musical como obra de teatro, agregué escenas, como la del cumpleaños de Rocky que no estaba en ninguna puesta, Las canciones las renové, para que no fueran las mismas de las puestas anteriores. Pero básicamente trabajé a la par en esta última, dedicándome en las anteriores versiones solo a las canciones.

La hora para el comienzo del show se acerca. El clima es cada vez más efervescente. Los ánimos se encienden. La adrenalina sube a niveles peligrosos. Bolsos, pelucas, sillas de ruedas, equipos de sonido, micrófonos, son transportados por los mismos actores rumbo al teatro. El trayecto hacia el Vitral no es largo, pero muy pintoresco. Todos los actores, minuciosamente producidos, salen a la calle, enfundados en extravagantes atuendos, luciendo maquillajes para nada social, portando pelucas exóticas, subidos a zapatos de taco altísimo, exhibiendo mucho de sus cuerpos.
En el camino, aprovechan para tarjetear, promocionando el show y a socializar con los transeúntes de la avenida que nunca duerme, los cuales se asombran y divierten cuando son abordados por esta particular trouppe.

Finalizada la función, y de entre la cadena humana que los actores realizan para despedir a los espectadores, Mundoteatral rescata a una de las bailarinas del show, para que nos relate su experiencia dentro de la obra.
Carolina Ravé es una bailarina de amplia formación dentro de ese rubro, integrante de la Compañía Internacional de Teatro Musical, que dirigen Ched Walker y Ricky Paskus, y parte del elenco de Rocky desde la temporada anterior. Con la fatiga propia de una función extenuante, pero a la vez gratificante, por lo que expresa su rostro, nos da su visión de la integración de un bailarín dentro de esta puesta de Rocky

M.T.: ¿Cómo congenias tu labor como bailarina con un espectáculo como éste, en donde jugás no solo un rol como bailarina, sino también como actriz?

C.R.: En la comedia musical, se juega un rol como actriz al ser bailarina. El baile no es algo aislado, sino que cuenta y que pesa en la historia. Ayuda a contar esa historia. Al mismo tiempo que las canciones son parte del diálogo, las coreografías son la puesta teatral de ese diálogo. No se debe notar esa diferencia. Obviamente que se ve que hay otro tipo de trabajo, pero debe ser algo integral. La comedia musical debe tener las tres áreas juntas; un bailarín debe saber cantar y tiene que seguir la musicalidad de otra manera, tal vez, que un bailarín que solo baile contemporáneo. Son cosas distintas. Aparte, debe tener una cuota actoral, porque sino, no se sostiene. Si un bailarín baila con cara de nada, y sin entender lo que tiene que transmitir, pasa desapercibido dentro del conjunto. Tiene que meterese muchisimo en el argumento, y saber que papel cumple dentro de la obra. No es un bailarín, sino que esta interpretando un papel.

M.T.: Siendo Rocky una comedia musical tan especial ¿Cómo manejas los dos estilos, es decir el baile y la actuación?

C.R.: Me divierto mucho haciéndola. Este musical te obliga a sacar todo lo under que uno tiene dentro, es jugar. Te da la posibilidad de improvisar y jugar todo el tiempo. Aparte es distinto el público que en un musical convencional, el teatro es otro, el horario. Está buena esta diversidad.

Al salir del teatro, nos recibe una Avenida Corrientes desierta, descansando luego de una jornada agitada, y esperando un nuevo amanecer. Solos unos pocos la transitan, unos pocos seres, criaturas extraterrestres amantes de la galaxia de Transalvania. Entre ellos y parte de ellos, Mundoteatral culmina una vivencia teatral enriquecedora: el ser parte del detrás de escena, la cocina de una obra, y en especial, el de comprobar que el leit-motiv de este musical, no es solo eso, una estrofa más de la obra, sino que es la postura del grupo de laburantes de las tablas que conforman “Rocky Horror y Show”: ellos no “sueñan” los proyectos, los “viven” y los hacen realidad, cada viernes en El Vitral.