Porteños Gloriosos.

Por Sebastián Pozzi

Glorias Porteñas.

El elenco de Glorias Porteñas se presenta en la Sala Casacuberta del Teatro San Martín. Esta creación colectiva, que ya tuviera sus inicios en 1996 con "Recuerdos son Recuerdos" se apoya en una investigación del teatro musical rescatando el cancionero y los suburbios del Buenos Aires en los años treinta. Sus actores, a la vez músicos y cantantes; que con ligero humor encarnan; son: Brián Chambouleyron, Silvio Cattaneo y Carlos Vigiano.

Es imprescindible destacar la brillante labor de Soledad Villamil ("Hamlet", "El mismo amor, la misma lluvia", "Culpables") como Clarita Taboada, artista discreta y encantadora, risueña y delicada, de cantar liviano y escaso renombre.

La entrada de los espectadores es acompañada por una música ambiental y los acomoda frente a un
gran marco de filigranas, este a su vez encuadra dos sillas (futuros tronos de aquellos reyes de los instrumentos) y unos despistados balde y lampazo, quizás de una tarea inconclusa, que no tardarán en ser retirados.

Este austero salón pueblerino de los años treinta es el escenario donde una compañía de modestos e ignotos artistas regala, a viejos y nuevos amigos de la provincia, su más poético, picaresco y nostalgioso repertorio musical.

Las luces dan inicio a un duelo de compadritas “viguelas” y este a una seguidilla de florecientes éxitos de todas las versiones: desde “La Pulpera de Santa Lucía” y “Remigio”, pasando por “Esquinas porteñas” y “Lejana tierra mía” hasta “Carnaval de mi soñar”.

“¡Qué noche, amigos, una noche de tangos y sonrisas!”, deja escapar con cierto aire de orgullo el
presentador, Héctor R. Pessoa (Rafael Solano) con su versátil trajecito azul y bajo unas guirnaldas de bombitas de colores. Este organizador anticipa la estructura que divide la función en dos partes: la primera destinada a los géneros criollos como las rancheras y los valsesitos, completando por algunas milongas; la segunda cargada del tango melódico y algunos adoptivos y ligeros como el fox-rot y la rumba.

Todas estas melodías creadas entre los años veinte y cuarenta, forman parte del cuidado y estudiado repertorio del espectáculo, que nos ofrecen imágenes en sepia y arquetipos indispensables para le reconstrucción de una cada vez más difusa identidad cultural.

GLORIAS PORTEÑAS, que ya cosechara aplausos en los festivales de Avignon y Estrasburgo, en Brasil y otros países adonde fue invitada, intenta quitar el polvo de nuestros viejos y olvidados retratos para rescatar el sentimiento de pertenencia a un lugar, a nuestra Argentina herida en sus valores, pero fiel a los recuerdos.