Siempre deseo dirigir musicales que me gusten

Por Axel Drimer

Director de producciones exitosas en Broadway y en el mundo, ahora co-dirige el musical de Disney. En Argentina, repuso Cats.

eff Lee es el director asociado del nuevo musical de Disney, Tarzán. En exclusiva para Mundo Teatral repasó sus diferentes trabajos en Broadway y la experiencia de reponer éxitos por todo el mundo. Fue el director de Cats en la Argentina y dice haber quedado fascinado por el talento de los actores locales. Tan es así que continúa en relación con muchas personalidades de industria de la comedia musical en el país.

¿Cómo es tu participación en Tarzán, el nuevo musical de Disney?
Soy el director asociado; es decir, la mano derecha del director creativo, que es Bob Crowle, quién, a su vez, diseñó la escenografía y el vestuario. Para mí, él es uno de los más grandes visionarios del teatro de hoy. Yo estoy ahí para ayudarlo a cumplir su visión. Suelo encargarme de la dirección cuando Bob está muy ocupado con las tareas de diseño. De la misma forma participé en El Rey León, con la directora Julie Taymor, quién a su vez diseñó los títeres y el vestuario para esa obra. Como director asociado suelo involucrarme con el futuro del show: voy a ciudades del mundo y armo puestas con las directivas del director original. Eso hice con Cats, con El Rey León y también con Joseph and the amazing technicolor dreamcoat. Primero, realizo el casting y monto el show; sobre el final del proceso, el director se acerca para ajustar detalles. La idea es que suceda lo mismo con Tarzán. Es un placer para mi poder trabajar con gente tan importante como el productor de Disney Theatrical, Tom Schumacher y con Bob Crowle. ¡Son los mejores en la industria! Creo que es el mejor equipo creativo de musicales que he visto en Broadway. Estoy muy conforme con Tarzán.

¿Cómo fue tu experiencia en El Rey León, un multipremiado show halagado por la crítica y por el público?
Trabajé en El Rey León casi ocho años, realicé doce producciones en diferentes ciudades del mundo. Es un show muy especial, tiene un alma que no se halla en otros shows; es maravilloso para ver, para escuchar y contiene un mensaje muy fuerte. Fue una verdadera oportunidad poder experimentar con cada cultura las diferentes instancias: el casting, el montaje y la gratificación éxito.
El montaje solía resultar difícil al comienzo, por los títeres y las máscaras, que iban por encima y más allá de la actuación, el canto y el baile. El trabajo con máscaras y marionetas es un tipo de expresión especial; desde lo técnico, es otro departamento con el que hay que relacionarse (y esto es un cambio para todos: el equipo técnico, los que manejan el presupuesto, etc.). Para que quede claro: al armar el espectáculo, en vez de pensar en las tres áreas tradicionales de un musical, hay que pensar en cuatro: cómo actuan, cantan, bailan y cómo manejan los títeres. Como ya te dije, fue la directora del musical, Julie Taymor, quien los diseñó. Por eso creo que ella tiene una conexión única con el show que lo hace particular. Fue un golpe genial de Julie traer los arregladores Lebo M, Mark Mancina y Hans Zimmer. Fueron años muy intensos por todo el mundo, una experiencia muy gratificante en cada ciudad.

Parece que tenés una muy buena relación con Disney Theatrical...
Tengo una excelente relación con Disney Theatrical y me encanta trabajar con ellos. Pero mi vida laboral no se limita a Disney, tengo también proyectos independientes, escribo mis obras, mantengo mi propio espacio creativo. Pero desde ya, si surge algún otro proyecto interesante con esta compañía, seguiré trabajando en ella.

También participaste en Cats, otro musical histórico...
Sí, y en muchas producciones: cinco en Estados Unidos, primero como productor-stage manager y luego como director asociado. En Viena y Hamburgo participé en las decisiones del casting. Más tarde me pidieron que lo dirija en México y los mismos productores quisieron llevarla a la Argentina, en donde se formó un elenco con actores locales que logró un excelente nivel, a la altura de las producciones en Broadway o Londres.

¿Cómo fue tu experiencia en Argentina?
Me encantó el país y la sociedad. Los actores tienen una pasión que los distingue. Al contrario de lo que sucede en otros países, especialmente en Estados Unidos, donde la preparación de los actores es tan técnicamente refinada y puntillosa que desgasta la pasión y el trabajo se convierte en una aplicación técnica y no del alma, los actores argentinos tienen un talento muy sofisticado.

¿Cómo te relacionaste con los argentinos?
A todo nivel. Por empezar, mi vida se transformó allí: conocí a una mujer y me casé. Luego nos divorciamos pero la idea original era estar seis meses en Broadway y seis en Argentina, haciendo shows. Como te decía, me encantó la pasión que los argentinos ponen en el trabajo actoral, lo hacen con el corazón y no tanto con la cabeza. Por ese motivo, yo quería ayudar a la comunidad teatral musical de Argentina. De todas formas, sigo en contacto con mucha gente. Por ejemplo, he dado conferencias en la escuela de Julio Bocca y Ricky Pashkus; por otra parte, en estos años he conversado con Lino Patalano, con Daniel Grinbank y con gente de su producción, además de con varios actores.

¿Qué otras cosas recordás de Argentina?
Encontré a la gente muy amigable y dada, algo que contrastaba con la forma de relacionarse en donde yo vivo. También quedé sorprendido por la conexión que mantienen con el resto del mundo. Se que mucha gente de Argentina viaja a Nueva York o a Londres a ver teatro o a pasear. Sería interesante que también el resto del mundo estuviera al tanto de lo que sucede en Argentina... Llegué sin demasiadas expectativas y mucho de lo que me encontré me atrapó: entre otras cosas, la ciudad de Buenos Aires, tan sofisticada y con una arquitectura maravillosa. Yo abrazo a la gente de Argentina, a la sociedad, a la comunidad teatral y a la gente en general (¡y no quiero olvidar la comida y el vino!). Me gustó muchísimo ese lugar.

Encuentro otra conexión argentina tuya. En 1996, participaste en una producción teatral basada en un cuento de Horacio Quiroga, quien vivió tantos años en la selva misionera; fue el musical "Juan Darién, una misa de carnaval", presentado en el Lincoln Center y dirigido también por Julie Taymor ¿Qué recordás de tu trabajo en esa obra?
Fue un trabajo muy lindo y se podría decir que tenía elementos similares a los de El Rey León, por la estética, las máscaras y los títeres. Yo participé en la etapa final, cuando el musical llegó al Lincoln Center pero Julie comenzó en teatros pequeños y regionales, luego la llevó a Europa y recién después la trajo acá. Al comienzo, se trataba de una producción pequeña de vanguardia. Para presentarla en Broadway aumentamos el presupuesto, pusimos más gente, más títeres, más luces. Se hizo una obra más grande que resultó fascinante. A mi me interesó mucho transitar el nuevo proceso creativo con la directora, porque expandió las ideas originales que tenía el show. Cada director tiene su método: por ejemplo, hace muchos años atrás, trabajé con el equipo creativo de A chorus line, una obra que se repuso de un modo idéntico por todo Estados Unidos. Pero hay otros artistas que siempre están creando y cambiando sus puestas, que si vuelven a montar una pieza prefieren modificarla, arreglar lo que no pudieron en la primera versión, por ejemplo. Así es Julie y a mi me resulta admirable.

¿Qué viviste en el resto de Latinoamérica cuando realizaste reposiciones?
Para mí, Latinoamérica fue una frontera a franquear. Comencé por Panamá, luego seguí por Colombia, Venezuela, Brasil... Estos países, y en cierta forma también Argentina (aunque en menor medida), eran lugares a los que las principales producciones musicales de Estados Unidos, Europa y Australia no habían llegado todavía. Quise llevar este tipo de teatro, brindar ideas y mi experiencia, para que crezca la comunidad teatral musical. Sin embargo, es un proceso lento que requiere mucha paciencia. Obviamente, estas producciones cuestan dinero y cuando las economías no funcionan o tienen demasiadas dificultades montar un musical resulta complicado. Aunque en situaciones de crisis mucha gente quiere ir al teatro para entretenerse y escaparse de los problemas económicos, como un modo de celebrar la vida aún en tiempos difíciles...

¿Qué otras condiciones son las que posibilitan que en las economías desarrolladas exista mayor afluencia al teatro musical?
En Estados Unidos, Londres y otras ciudades de Europa, el teatro musical tiene mucha historia y forma parte de la sociedad; las personas tienen el hábito de concurrir regularmente a ver musicales. Al montar un espectáculo se sabe de antemano que se va a contar con determinada cantidad de público. Existen estrategias de marketing que se conocen y ya funcionan: una buena campaña de publicidad, la venta de entradas por anticipado, etc. El desafío para muchos países de Latinoamérica es construir una audiencia cautiva, conseguir el dinero para seguir ofreciéndoles musicales y entrenar al público para que adquiera la práctica de concurrir al teatro a ver musicales con frecuencia.

Volviendo a tu carrera, antes de empezar con la dirección, fuiste intérprete de musicales...
En mis comienzos, cuando llegué a Nueva York por primera vez, hace 31 años, era actor, bailarín y cantante. Tengo muy buenos recuerdos de aquélla época pero pertenecen a otra etapa. Quizá los extrañe un poco porque tenía un maravilloso camino de expresión. Sin embargo, considero que uno también actúa siendo director: tiene que interactuar con cada actor que está sobre el escenario, debe moverse e intentar generar sensibilidades. Así, mi deseo de actuar está cumplido y me siento mucho más cómodo de este lado.

¿Qué proyectos tenés para el futuro?
Estoy creando varias obras, algunas en forma independiente. En concreto, tengo un musical en el que vengo trabajando hace muchos años y quisiera verlo terminado y sobre el escenario. En general, los directores aprovechan los tiempos entre producciones para dedicarse a los shows que personalmente quieren llevar al escenario. Eso es lo que yo estoy haciendo. Mi deseo es producir siempre lo que a mí me gusta, lo que siento importante para mí. A corto plazo, tengo la expectativa de que Tarzán sea un éxito y eso implica montarlo en diferentes ciudades. Estaré un tiempo ocupado con esta producción de Disney.

¿Que le dirías a un argentino que tiene el deseo de triunfar en Broadway?
Que todo es posible. Todo. Sólo tiene que ser una elección. Si una persona decide que quiere que algo suceda va a encontrar los caminos para cumplir su deseo. Lo primero es elegir y no pensar en que es imposible. Nada es fácil, lo se. Pero, como se puede corroborar, hay muchos argentinos trabajando en Broadway y también estamos teniendo experiencias de intercambio. En esta etapa, el teatro musical de Broadway está yendo cada vez más para Argentina y también nosotros estamos recibiendo talentos argentinos. Para mí, se trata de un constante fluir de energía artística, que tiene que ir en ambas direcciones. El desafío de trabajar acá es muy grande, pero eso no significa que sea imposible. Muchos artistas ya lo han hecho, entre otros: Gustavo Wons, Silvia Aruj, Sandra Guida, Ariel Stolier y Graciela Daniele desde hace muchos años. Yo siempre estimulo a las personas a que sigan sus sueños, lo que les diga el corazón. El mejor de los trabajos se hace cuando la plenitud es mucha. Yo fui bendecido porque puedo trabajar en el negocio que me gusta. Por eso soy feliz de vivir cada día y pasar muchas horas haciendo el trabajo que deseo.

Más sobre Tarzán
Tarzán es el nuevo musical de Disney Theatrical Productions, con música compuesta por Phill Collins. Además del equipo ya mencionado, entre el staff se encuentra el argentino Pichón Baldinu, uno de los creadores del grupo De la guarda, quién participó en el diseño de todo lo relacionado con los movimientos aéreos: los arneses y los rieles que trasladan las lianas, un elemento fundamental en esta historia.