Vestuario de mujeres

Por Silvia Sánchez

Como en Vestuario de hombres, Daulte mete las narices en la trastienda de lo humano. Esta vez, con mujeres.

Al igual que en Vestuario de hombres, Daulte se propuso con Vestuario de mujeres, contar los entretelones -esta vez femeninos- que rodean al momento crucial de jugar una final del mundo deportiva. Al igual que allí también, el deporte en cuestión es el Lacrosse, disciplina que se juega en la Argentina de manera amateur.

Muchos son los puntos en común entre ambas puestas: la anécdota base, la división de la estructura dramática en dos momentos (uno previo a la final y otro posterior), la construcción de los entrenadores como figuras débiles (aquí también, aunque de diferente modo, Sonia es incapaz de conducir al equipo, solo puede acudir a los sahumerios y a lo esotérico como fundamentos de su función), la escenografía (idéntica a no ser por las cortinas transparentes de las duchas), la música, y la figura del otro, esta vez representada por una traductora que como en Vestuario de hombres, abre conflictos mientras cierra la puesta.

Tanta coincidencia no es coincidencia: Daulte pensó inicialmente en una obra y al no saber si realizarla con un elenco masculino o uno femenino, optó por hacer dos puestas, aunque ninguna de las dos se proponga per se hablar del género: más bien hablan de lo humano (o inhumano) que destila en ciertas situaciones límites.

¿Como se puede seguir siendo humano en situaciones inhumanas?, se pregunta Todorov en Frente al límite, libro que reflexiona sobra la conducta humana en los campos de concentración. Todorov toma la experiencia límite del campo para reflexionar sobre ciertas conductas que según él, están presentes en todos los actos de la vida cotidiana aunque de modo menos evidente: el egoísmo, la violencia, la traición, la competencia; modos de obrar que en el campo se exacerban pero que todo el tiempo producimos y reproducimos, a veces sin darnos cuenta.

Algo de esa pregunta, salvando las distancias, puede corresponderle a la empresa Daulte. Porque el encierro del vestuario y la tensión del deporte, parecen haber sido el terreno fértil para poder reflexionar sobre las debilidades, miserias, miedos, amores y horrores del ser humano. Algo que al director le importa y mucho.

Si bien el espíritu que las gobierna es el mismo y muchos son los puntos en común entre ambas puestas, Vestuario de hombres gana en dramaturgia y en un elenco de actores más sólido y compacto, aunque hay que destacar los trabajos de Laura Paredes como Adri, Magela Zanotta como Male y Elisa Carricajo como Aneska en Vestuario de Mujeres.

El vestuario nos priva de la novela deportiva porque los villanos, los héroes, los amores y las traiciones, quedan puertas adentro. Salvo que alguien la abra dispuesto a revelar la intimidad….Cosa que parece estar de moda en estos tiempos…