Vuelve Drácula

Por Fabián D´Amico

La relación que el público argentino ha mantenido con el teatro musical siempre ha sido ciclotímica, pasando de una cartelera renovada en las décadas de los 50 con los musicales "porteños" escritos por Canaro, Mores, Castillo, hasta la ausencia casi total de musicales nacionales y extranjeros en los principios de los 60. En los finales de los 60 y comenzando los años 70, casi en simultaneo con Broadway y Londres, se estrenaron en Buenos Aires, títulos como "El Violinista en el Tejado", "Hair", "Pippin", "Chicago", "Aplausos", "A Chorus Line" y muchos otros incluyendo estrenos nacionales, como "Aquí no podemos hacerlo".

La década del '80 fue una época de transiciones tanto en lo político como en lo cultural; en este último aspecto se hizo presente una apertura, gracias al final de la censura, pero también se observo un tiempo estéril para el desarrollo de
grandes proyectos musicales. Salvo eSporádicos estrenos, con grandes producciones, como "La Cage aux Folles", "La Mujer del Año", ”Me and My Girl” y “El diluvio que viene”, los demás títulos, eran estrenos postergados por años
en la cartelera porteña, sustentados con escasos recursos, y magras producciones, como el caso de “42 Street” y “Annie” y otros tantos. Surgen los nuevos musicales de Pepe Cibrián (sin el Campoy en ese tiempo) junto con Angel
Mahler, que para esa década, estrenan, “Calígula” “George Sand”, ”Mágico Burdel”, “Y al final otra vez”, ”Los de la legua”, entre otros, y un musical nacional firmado por Pedro Orgambide y Alberto Favero, cuya protagonista fue Nacha Guevara, “Eva” cosechando grandes elogios de la crítica, y permaneciendo por varios meses en cartel en el Teatro Maipo.

En esos días, los amantes de los musicales, ansiosos de tener contacto con ellos, se conformaban con leer, recortar y coleccionar artículos de publicaciones extranjeras (muy lejana estaba la posibilidad de Internet), manteniéndose actualizados de los últimos estrenos en Broadway, soñando que tal vez, algún día, podrían viajar o que se estrenaran esas grandes puestas, en algún teatro local, y siendo fieles a la idiosincrasia porteña, añorando los tiempos pasados, en donde la Calle Corrientes, se vestía con todas sus galas, para recibir a un nuevo musical.

Los inicios de los años 90, no presagiaban grandes novedades en cuanto al teatro musical y pocos siguieron apostando y arriesgando sus capitales en los musicales, siendo la única opción posible, los musicales de Cibrián y algún musical protagonizado por una gran figura, con poder de convocatoria tal, que llenase un teatro como en el caso de Susana Giménez. Pero todo estaba por cambiar, y dicen que de lo malas experiencias, se rescatan aprendizajes positivos. El peor fracaso dentro de las puestas firmadas por Cibrián, "Las Dulces Niñas", dio nacimiento a la gesta de un musical que cambiaría para siempre las producciones musicales argentinas, y a la relación de los fanáticos con el género. Con capitales nacionales aportados por Tito Lectoure (en representación del Luna Park) que hasta ese momento, había traído al país, los mejores shows internacionales y con autoría de Pepe Cibrián y Ángel Malher, se estrena en Buenos Aires, en el Estadio “Luna Park” en Agosto de 1991, DRÁCULA-EL MUSICAL. A partir de ese día, se comenzaba a escribir una página importantísima dentro del teatro argentino: el nacimiento de los grandes musicales nacionales.
DRÁCULA, fue, a partir de su estreno, una obra particular desde varios ángulos de análisis. Espacio escénico de dimensiones fuera de lo común, nunca antes utilizados para un espectáculo de teatro musical, luces de última generación usadas por primera vez en Argentina, gran orquesta en vivo, elenco numeroso, y grandes despliegues escenográficos, permitieron a una generación de jóvenes, descubrir el musical, como género teatral, y a los no tan jóvenes, recordar
épocas de esplendor vividas hace tiempo. Día a día, el Luna Park se vio colmado (literalmente hablando) de gente ávida de disfrutar un espectáculo único, que gracias al boca en boca, se convertiría en uno de los mayores éxitos comerciales, dentro del teatro, en los últimos años. Comenzó un fenómeno nunca antes visto y analizado en Argentina: el urgimiento de los fans club de musicales y el merchandaising de los productos de la obra. Grupos de jóvenes que función tras función, llegaban al teatro, vestidos con remeras, gorros, escudos de dracula, disfrazados, caracterizados como Drácula, portando banderas donde le declaraban su amor a los distintos integrantes de ese primer e inolvidable elenco, Convirtiendo la esquina de Corrientes y Bouchard en un espectáculo aparte.

Se podrían decir muchas cosas sobre DRÁCULA, pero nunca que pasó desapercibido. Amado por los fanáticos de los musicales; odiado por los puristas del género, que analizaban su música, sus escenografías y vestuario, para compararlo con algún musical extranjero, y así acusar a Cibrían de plagio; ignorado, por la prensa especializada, que lo consideraba oscuro, poco creativo y "falto de humor", DRÁCULA fue el primer paso para que en Buenos Aires quedasen desterrado
para siempre, los musicales con escenografías hechas de "cartón", con pistas, en lugar de orquesta, y sobre todo, realizados con seriedad y respeto al público.
Reposición tras reposición, de este musical, permitió que cientos de jóvenes cantantes, bailarines y actores, demostraran sobre un escenario, que le material humano con el que cuenta Argentina, están a la altura de cualquier capital cultural mundial.

En el próximo mes de Enero, el día 9 para ser mas precisos, la cartelera porteña contará nuevamente con este espectáculo, en esta ocasión, en un teatro convencional, como el Sky Opera, con una excelente acústica, con orquesta en vivo, con un elenco capitaneado por Juan Rodó, en el protagónico, que le dio reconocimiento nacional, y que le abriera las puertas de escenarios extranjeros y el esperado regreso por tantos que anhelaban ver juntos otra vez, a esa maravillosa pareja, de Cecilia Milone al rol de Mina. Demos créditos a esta versión 2003, que aires renovadores revitalicen esta obra, que el nuevo elenco supere el talento y creatividad de sus antecesores. Que este regreso sirva para homenajear como se merece, la figura de un productor teatral con mayúsculas como fue Tito Lecture, que posibilito que este proyecto se concretase, como tantos otros, nacionales y extranjeros.

Que los acordes de la Apertura, comiencen a flotar por las cálidas noches porteñas, colmando de placer los oídos, la vista y el alma de los DRACULOMANIACOS.