En lo alto para siempre
Ensayo, frágil y luminoso, sobre la tensión entre el cuerpo y el pensamiento.
La creación de esta obra parte de recortes, fragmentos de ficciones y documentos testimoniales que se desprenden -y se despegan- del universo del escritor David Foster Wallace. Como Andrés Caicedo, como Sylvia Plath, como Salvador Benesdra, Foster Wallace forma parte de los escritores que decidieron cómo y cuándo apagar la máquina.
En vida, se preguntaba cómo hacer para no dejarse hipnotizar por el monólogo constante que sonaba adentro de su cabeza. ¿Cómo hacer para ahuyentar a los fantasmas? En la obra de Camila Fabbri y Eugenia Pérez Tomas, María pasa los días en el techo de su casa. No quiere bajar. Su hijo, Pablo, se tiró desde ahí hace un tiempo. María piensa: ¿Qué hay antes del salto? Lidia, su hija menor, y un hombre que asiste a la casa para hacer arreglos, suben a buscarla. Una vez arriba, el vacío les revela, a todos, una extraña necesidad de arrojo.
En lo alto para siempre es un ensayo, frágil y luminoso, sobre la tensión entre el cuerpo y el pensamiento. También es una obra sobre la orfandad. Y sobre el sosiego que puede dar la compañía, como cuando Emilio y María, subidos al techo, hablan, comen y piensan en saltar, mientras abajo la casa se inunda.
Sergio Boris, Pablo “Kun” Castro, Delfina Colombo, María Onetto.
Autores y dirección: Camila Fabbri y Eugenia Pérez Tomas
Música: Guillermo Pesoa.
Coreografía: Virginia Leanza.
Iluminación: David Seldes.
Escenografía y vestuario: Mariana Tirantte.