La soledad de las estrellas fugaces

A fines de los años ’40, en Buenos Aires cada barrio tenía un cine que funcionaba desde el mediodía hasta la medianoche. Delia y Zully son hermanas ahogadas por la soledad. Las dos mueren por ser estrellas, y sufrir o gozar como en la pantalla, donde no existe un mañana, donde la realidad cotidiana es apenas un sueño vívido. El cine ha visto brillar grandes y pequeñas estrellas, y también estrellas infinitesimales que sólo eran visibles en los noticieros. La soledad de las estrellas fugaces pone en escena eso mismo, una historia fugaz con estrellas olvidadas.

Dice Carlos Diviesti, dramaturgo: "Queremos hablar de la realidad y de los sueños, o de cómo se confunden sin que siquiera un límite sutil pueda diferenciar ambas cosas. Tal vez porque las épocas no difieren demasiado las unas de las otras, la realidad del cine en el curso del siglo veinte ha sido el sustituto perfecto de los manuales de historia. La realidad del cine se transforma, pues, con su carga de irrealidad especular, es la única salida eficaz para cierta gente oprimida por el hecho de ser apenas un destello, apenas un instante, apenas una estrella fugaz que surca el cielo. Tal vez por lo efímero, el teatro ayude a guardar la memoria de algunos recuerdos."