¿QUIERE SER VOYEUR DE UNA CLASE DE TEATRO?

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Por Rómulo Berruti

Cuando se ven estrenos que son en realidad ejercicios teatrales bastante insuficientes y desprolijos convertidos en espectáculos que cobran entrada, no se puede menos que agradecer la honestidad de Espejos circulares que es, a cara descubierta, una serie de esos ejercicios convertidos en tema de una obra teatral.

La autora norteamericana Annie Baker hizo un éxito en su país con este juego donde una profesora interactúa con sus alumnos en un clásico estudio-escuela, mostrando y usando los conflictos personales a manera de gatillo. O sea, como sucede en la realidad. Las emociones estimuladas por la simulación de otras emociones van armando una trama que tiene picardía escénica pero escasa densidad dramática, una salida ya muy habitual en autores que gambetean las dificultades que entraña escribir teatro. Los apagones abundantes eluden la búsqueda tan ardua de continuidad en una historia que fluya, envuelva y atrape desde el planteo hasta el desenlace. En una sala cercana, el mismo truco, pero de fuerte efecto cómico, hace lo mismo con el consultorio de un psicoanalista (Toc Toc).En Espejos...hay poco material dramático pero sí agudeza de observación y abre una ventana hacia el público común para que pueda espiar una clase de actuación. Con mayor exigencia de fondo y menores concesiones a lo superficial, esto pudo ser inclusive una experiencia inquietante. Pero el objetivo es más leve y si se quiere, más piadoso. Por cierto van a disfrutar más las actrices, actores, directores y aspirantes a serlo porque saben muy bien de qué se trata, en mayor o menor medida transitaron esos pudores y esos pánicos. Pero Javier Daulte es un autor-director que se las sabe todas, domina la comedia y armó una propuesta que alcanza para seducir pese a sus baches. El resto es mérito de un elenco muy idóneo que aprovecha bien sus chances en esto que para ellos es una película pasada al revés. Soledad Silveyra pone todo lo que sabe de su enorme oficio al servicio de la profesora, incluyendo una necesaria dosis de autoridad y paternalismo, está excelente. Lo mismo puede decirse de Jorge Suárez, quizás el más beneficiado por las cosquillas que con astucia puede suscitar su personaje. Andrea Pietra, una notable actriz, tampoco tiene problemas en lucirse interpretando a una mujer joven generosa en conflictos. Tiene gracia el despiste con que Victoria Almeida dibuja lo suyo, mientras Boy Olmi completa el elenco con similar solvencia profesional. Espejos circulares es un exponente de los textos que hoy imperan. Vale. Pero no sorprende que sea tan caudaloso el regreso de Arthur Miller y ahora parece que también el de Tennessee Williams.