100 metros cuadrados

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Por Fabián D´Amico

Ágil comedia con toques dramáticos que hará reír y reflexionar a la platea. Excelente labor de María Valenzuela, bien secundada por Bertotti y De Gregorio.

Del centro hegemónico de las comedias francesas en los 60, al poderío estadounidense en los 70, las comedias, en todas sus cuerdas, estansiempr e presentes en la cartelera porteña. Un espacio que ocupa en décadas subsiguientes la picaresca nacional, un género menor nacido de los scketches de los teatros de revista. A excepción de Brujas (cuyo nombre original es Entre mujeres, del español Santiago Moncada) pocos son las comedias contemporaneas españolas vistas en Argentina, sin contar los clásicos del teatro clásico español, Alfonso Paso o Migue Mihura, autores muy cercanos a las comedias blancas del clan Carreras.

100 metros cuadrados, del autor español Juan Carlos Rubio, rompe esa racha y acerca a los espectadores a una temática – o una manera de contar una historia- más cercana a la idiosincrasia argentina que los veloces vaudevilles franceses o americanos. Sara, una joven de treinta y tantos años ve la posibilidad de una buena inversión al comprar de un piso. La oferta tiene una clausula muy particular: la dueña debe dejar habitar el departamento a la vendedora hasta su deceso, cercano en el tiempo a causa de la avanzada edad de la misma y de varios problemas de salud. Todo llega a buen puerto y la joven decide entablar una relación con la anciana, sin contar con que la septenaria, con problemas de salud, tiene un espíritu más joven y más ganas de vivir que la propia Sara.

El cuidado que en un principio Sara le brinda a la anciana, se vuelve en su contra y por una dolencia, es la vital veterana la que comienza a hacerse cargo de la joven. A partir de ahí, ciertos toques dramáticos tiñen a la reidera comedia de un realidad cotidiana, que se ve reflejada en las actuaciones y en el espacio escenográfico hiperrealista. El trío protagónico se completa con un disparatado joven buscavida que en un principio trabaja en la inmobiliaria encargada de la venta y luego, se cruza en la vida de las mujeres en varias y diversas ocasiones.

Manuel Gonzales Gil (quien adapta la obra junto a Bertotti) plantea una puesta dinámica y efectiva, donde los roles están bien delineados y cada uno responde de manera brillante a las exigencias que le plantean sus papeles. María Valenzuela respira teatro y le saca provecho en cada intervención a su cascarrabias viejecita. Físicamente, vocalmente y expresivamente brillante, Valenzuela transita la comedia con una soltura y un profesionalismo propio de su extensa trayectoria. A su lado Florencia Bertotti hace su primera intervención en teatro de texto y se la muestra segura en su personaje pero con serias dificultades de modulación e impostación de la voz, defecto característico de quien está habituado a trabajar en televisión. Stéfano de Gregorio le brinda frescura a la pieza y le da aire a la relación tan simbiótica que se entabla entre ambas mujeres.

100 metros cuadrados es una entretenida y actual comedia, que hará reír y reflexionar sobre la vida, sobre presumir tener “la vida comprada” y en especial la importancia de las personas más allá de la edad biológica.