Cuando el silencio es amenaza

Por Rómulo Berruti

El otro...

En un habitación de hotel barato -pronto la elocuencia compulsiva de Pico nos informará que es de viajantes- dos hombres llegan con sus valijas cargadas de cosas para vender. El ya mencionado es muy alto, delata un origen extranjero y también una angustia que canaliza buscando el diálogo con su compañero. Pero El Otro no dirá una palabra. Y lo que es peor para Pico, no emitirá indicio alguno de que escucha lo que le dicen. El Otro habita ese cuarto como si de verdad estuviera completamente solo. La irritación en constante crecimiento del parlante se vuelve un asedio, porque ya no sólo verbaliza todo lo que piensa y siente, también acosa a su compañero para saber por qué no responde. El Otro, lejos de reaccionar ante la invasión agresiva de su intimidad, simplemente lo ignora. Ninguno de los dos habrá de dormir. Allí seguirán toda la noche, abriendo y cerrando sus valijas, Pico esgrimiendo un revólver contra enemigos fantasmales y El Otro hundiendo a Pico en el pozo temido de la soledad. El final de este extraño duelo es violento pero para nada sorprendente.

Eduardo Rovner, de cuya habilidad como autor no quedan dudas después de tantos títulos -Volvió una noche regresó hace dos años con mucho éxito- diseñó esta pieza sobre la premisa temática de la incomunicación como camino hacia la pérdida no ya de referentes sino hasta de la propia identidad. Pico necesita el rebote de su discurso, el eco de sus palabras, en suma el espejo que ratifique su razón de ser. El riesgo de no lograrlo es un pánico extremo. El Otro configura tal vez el plural, los otros, todos los otros, los que al no registrarme me empujan al abismo. El lejano son de la frase de Sartre parece anidar en el martirio de Pico: el infierno son los demás.

La obra no atrapa desde el texto, aunque al principio la propuesta parezca interesante. Se hace difícil estructurar un andamiaje dramático porque un personaje que habla demasiado se repite mucho y el otro no habla en absoluto. Por cierto el espectáculo es un alarde personal de Julian Howard, el Pico de la historia, un actor de fuerte presencia que hizo cosas brillantes en el grupo Los Volatineros. Su antiguo director, Francisco Javier, es quien puso El otro… Ante la tan antigua y comprensible complicidad de estos dos artistas casi se comprende que Fernando Dopazo se quede mudo.