Dos mujeres: una miniatura de Daulte

Por Rómulo Berruti

Comentario de la nueva obra de Javier Daulte, realizado por Rómulo Berruti.

En ajedrez, se denomina miniatura a las partidas muy cortas, que se resuelven en menos de quince movimientos. El teatro a veces también las tiene. Dos mujeres, que firma el consagrado Javier Daulte y acaba de estrenar La Tertulia, encaja en la denominación. Alejandra y Magalí son dos señoritas algo mayores que esperan a un hombre al que no conocen. Hicieron el contacto a través de una revista de solas y solos, lo citaron en su departamento y ha comenzado la cuenta regresiva. Mientras se maquillan y demaquillan con nerviosismo creciente, corrigen su vestuario y empiezan a ceder al pánico, compiten ya sin tapujos. Como las encontramos cuando faltan minutos para que el invitado llegue, ignoramos de qué modo se generó este levante de a dos. ¿A quién se le ocurrió primero? ¿Se planteó de movida que estaban poniendo en marcha un encuentro amoroso? ¿Taparon siempre sus verdaderas intenciones individuales? ¿Fantasearon en realidad una cama de tres? ¿O el desconocido -en un pliegue mucho más profundo de sus pulsiones eróticas- fue elegido como gatillo para un encuentro lésbico largamente postergado?

Lo que hace Daulte es sembrar estos interrogantes a la vez que asistimos al momento crucial. En sólo veinticinco minutos es difìcil condensar una línea argumental rica en contenidos y sobre todo generosa en el desarrollo de situaciones. Literalmente no hay tiempo. La puesta de Martín Ortiz, muy superficial, parece ampararse en esta duración breve que le brinda una buena coartada para resolver el juego interpretativo dentro de la semicaricatura. El humor gana la partida cómodamente, pero debajo queda mucho material sin trabajar.

Cecilia Bruza se maneja con buenos recursos en las intenciones menos explícitas de su discurso, generando una cierta ambigüedad que beneficia la atmósfera de tensión creciente. Magalí Melia, más jugada hacia lo cómico, busca sustentación en esos manotazos de ahogado que arroja como queriendo arrancar máscaras que también ella utiliza.

Dos mujeres permite pasar un buen rato, pero conviene aclarar que el texto está lejos de los notables éxitos que forjaron la popularidad del autor.