El amor no es lo más fuerte.

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Por Fabián D´Amico

“Tango Feroz” es un musical que potencia la mirada política del film homónimo. Música y puesta en escena son aspectos destacados de la propuesta en donde sobresale Fernando Selles.

La transposición dentro del mundo de las artes y en especial en el lenguaje teatral es un hecho tan común como arriesgado. El cambio de un discurso, una obra, un género de un soporte original a uno nuevo, genera productos distintos que pueden alterar la imagen creada en el inconsciente colectivo con solo mencionar el título de la obra. Eso sucede con “Tango Feroz”, nuevo musical de Ariel del Mastro quien traslada la emblemática película de Marcelo Piñeiro a un escenario teatral.

Tango y Mariana se conocen, se aman, no quieren estar separados, dejan de lado sus ocupaciones y sus amigos. Pero el entorno social, la ebullición política, los ideales a seguir y la represión imperante en el país en esa época puede más que cualquier sentimiento. La trama teatral es similar a la cinematográfica aunque el camino elegido para plasmarla sea distinto.

El amor entre el músico rockero de extracción humilde y la chica de clase acomodada que milita en el Partido Socialista universitario está presente pero no es centro hegemónico de la versión teatral de Joaquín Bonnet. Este carga las tintas en lo político y se aleja de la equilibrada tensión dramática entre el amor y los ideales que Aida Bortnik cristalizara de manera brillante en su libro cinematográfico.

Lo emotivo y pasional de “Tango Feroz” nace en lo musical y no en la dramaturgia. Las versiones de los temas conocidos como "Hasta siempre Comandante", "El oso", "Natural", “Me gusta ese tajo” "Amor de primavera", "En el hospicio", entre otras son ejecutadas en vivo por una visceral banda en la cual participan varios de los actores e interpretadas con pasión y talento por el elenco de jóvenes artistas quienes logran con “Presente” el momento mágico de la noche.

La dicotomía marcada entre el amor y la política o entre texto y música puede trasladarse a las marcaciones de los actores. El diseño del personaje principal es uno de los elementos más cuestionables de la propuesta. Un “Tanguito” siempre al borde, drogado, cantando a los gritos, sin matices, limita el trabajo de Fernando Dente quien se pone a los hombros este difícil rol y lucha denodadamente por dotarle algo de credibilidad a una criatura por demás esquemática. Fernando Selles es el genuino receptor de todo tipo de elogios en “Tango Feroz”. Cada intervención de sus dos personajes (Pedro, amigo de Tango, y Ángel, compañero de celda durante el año de detención que vivió el protagonista) muestran el crecimiento interpretativo de este actor. Tonos, matices, posturas corporales y una entrega encomiable como intérprete y cantante lo diferencia del resto de sus talentosos compañeros- excelente Toni Lestingi- y que preanuncia un futuro cercano como protagonista indiscutido de cualquier musical.

Cámara blanca, excelentes proyecciones creadas por Maxi Becco, escasos elementos escenográficos y una puesta de luces espléndida son los elementos con los cuales Ariel del Mastro plasma una puesta en escena tan deslumbrante como aséptica y minimalista.

“Tango Feroz” es un musical maduro desde lo conceptual, con la impronta creativa y estética de Ariel del Mastro y con un “dream team” interpretativo, donde la primacía por cumplir ciertos ideales (el leiv motiv de la pieza es “Todo no se compra, todo no se vende”) deja un poco de lado el hecho que “el amor es más fuerte”.