El amor tiene cara de mujer

Por Rómulo Berruti

Ana María Bovo, precursora de las narradoras –y sin duda, la mejor- muy ducha en eso de explorar textos literarios, se bajó del escenario para dirigir un espectáculo basado en Madame Bovary.

Ana María Bovo, precursora de las narradoras –y sin duda, la mejor- muy ducha en eso de explorar textos literarios, se bajó del escenario para dirigir un espectáculo basado en Madame Bovary. El gran personaje de Gustave Flaubert, que hizo nacer una de las novelas más famosas de la historia de la literatura, es evocada en esta experiencia. Emma Bovary sólo vió una función teatral en su vida, la ópera Lucía de Lamermoor. Y en la imaginación de Bovo, un coro femenino que debe ensayar momentos de esa pieza corporiza a Emma Bovary en aquella noche mágica. Una de ellas, la actriz Julieta Díaz, será el personaje y también se fundirá con las otras en un delicioso crochet de murmullos femeninos. La idea es muy buena, pero mejor aún su resolución. Emma es sólo la excusa, el disparador de las fantasías íntimas de esas cantantes y el camino elegido se traduce en un inteligente juego de complicidades. Este buceo en la condición femenina es un hallazgo de Ana María Bovo que con sutileza, muy buen gusto y sobre todo, fina picardía, deja espiar por la cerradura de un boudoir. Ellas están en ropa interior de época y en el ejercicio apasionante de dos privilegios de mujer: el chisme y el erotismo cerebral. Con la ayuda de un piano, irán mezclando su ensayo con las desventuras de Emma Bovary. Al bordado de Bovo como creadora y responsable de la puesta, hay que sumar aquí el buen desempeño de las actrices, que entendieron muy bien de qué se trataba. Julieta Díaz, una figura de televisión, aporta sugestión y sensualidad en su aproximación a la heroína de Flaubert y crece visiblemente en el final. Julia Calvo, una profesional de gran peso propio, se queda más de una vez con el espectáculo, sobre todo cuando simula ser el cochero de un cabriolet, casi un unipersonal dentro del todo. En torno a ellas se lucen las demás con un cauto sentido de equipo: Marta Guma, Luciana Mastromauro, Sandra Guadalupe, Angela Ragno y Gabriela Osman. El vestuario de Sofía Di Nunzio aporta mucho a esta propuesta muy atractiva donde cumplió también un papel clave Gonzalo Córdova en el diseño del espacio escénico. Emma Bovary va en el Centro Cultural de la Cooperación.