El regreso de los muertos vivos

Por Rómulo Berruti

Tal vez atraída por el exitoso fantasma que protagoniza desde hace dos años Justo en lo mejor de mi vida (Brandoni y Cía.), apareció de nuevo el espíritu de Fanny, la idishe mame que decide intervenir ante la súbita boda de su hijo Manuel.

Tal vez atraída por el exitoso fantasma que protagoniza desde hace dos años Justo en lo mejor de mi vida (Brandoni y Cía.), apareció de nuevo el espíritu de Fanny, la idishe mame que decide intervenir ante la súbita boda de su hijo Manuel. La obra de Eduardo Rovner, muy astuta en sus recursos de comedia lunática, fue tentación de varios elencos desde su ya remoto estreno. La historia es simple. Manuel visita a su madre en la tumba periódicamente, le cuenta su vida. Pero un día, con esfuerzo, debe decirle que se casa. Y Fanny, claro, regresa para saber quién esa que le quita el hijo. Se corporiza sólo para él, generando muchas situaciones divertidas con uno de los trucos más rendidores de la ficción. Fanny interrumpe charlas con los amigos y desde luego, encuentros amorosos con Dolly. Pero además, el cuadro se completa con otros difuntos, vecinos de tumba, que secundan a Fanny en esa especie de cruzada sin sentido pero dictada por un lazo indisiluble. Todos saben, vivos y muertos, también el público, que la madre deberá partir alguna vez para siempre soltando la mano de su adorado Manuel. Con diálogos eficaces y situaciones casi siempre previsibles, Rovner dá en el blanco.
Esta versión no sabotea la eficacia del original y tiene intérpretes idóneos, aunque también es cierto que la dirección de Alejandro Samek es un poco apresurada y apurada en los tiempos, sin condensar esa atmósfera de poesía y miesterio, un poco etérea y misteriosa que requieren esas presencias. Clima que podría haberse creado sin omitir la comicidad. De todos modos, un publico que llenó al tope la función que vimos disfrutó a pleno las travesuras y la candidez de Volvió una noche. Norma Pons, excelente actriz, domina fácilmente la escena con un personaje ideal, aunque debe superar la dificultad de no ser judía: esta idische mame gana siempre con una intérprete de esa identidad, parece nacida para Adriana Aizemberg, por ejemplo. Pero el oficio de Norma, una actriz muy potente, atenúa y diluye esta circunstancia. Muy buenos son los aportes de Daniel Marcove, Luciana Dulitzky, Victor Notaro, Mario Labardén, Daniel Goglino, Martín Coria -a cargo de un anacrónico y disparatado sargento Chirino-, Elita Aizenberg y sobre todo, Mario Alarcón, siempre de mucho impacto en el aprovechamiento de sus personajes. Lo que queda claro es que esta Fanny cada noche que vuelve, sacude las boleterías.