El tango y sus monumentos

Por Paola Rompato

(El tango en Broadway- Homenaje). Se estrenó en el Astral, un espectáculo ideado, producido, dirigido e interpretado por Rubén Juárez.

Imponente, gigante, desbordado y tanguero a más no poder, Rubén Juárez acaba de estrenar en el teatro Astral, un espectáculo que tiene como fin homenajear no solo al tango sino también al jazz, al bolero y a la salsa, entre otros géneros.

Musicalmente acompañado -además de por su inseparable fuelle- por el piano y la dirección musical del talentoso Cristian Zarate y su sexteto (integrado por Daniel Naka en bajo, el ahora de nuevo morocho Horacio Romo en bandoneón, Pablo Agri en violín, Raúl Luzzi en guitarra y José Luis Colzani en batería), Juárez se da varios gustos: la calle Corrientes, cantar con su hija Lucila(seguramente un dolor de cabeza y un babero para el papá, debido a su belleza y a sus polleras cortas), contar con una compañía de danza -Sangre Latina- y hasta de tener a un comediante
(Raúl Escobar).

El espectáculo -que ganó 9 premios durante la temporada teatral Villa Carlos Paz 2004- está claramente concebido desde la idea de homenaje. Por eso desfilan clásicos del género que Juárez ama(“Tinta Roja”, “Desencuentro”, “Malena”, “Desde el alma” e incluso el ya -a esta altura- patrimonio juaríztico “Pasional”), pero también otros discursos o figuras, dignas de tributo. Tal es el caso de Frank
Sinatra(homenajeado de la mano de Raúl Escobar), la música mexicana (de la mano de Lucila Juárez), el jazz (a través del baile y de la dupla Lucila-Escobar), Eladia Blázquez (a través del tango “A Eladia”, compuesto recientemente por Chico Novarro), la música uruguaya y sus candombes, y hasta del antiguo reloj de cobre de Montero (por suerte perdonado por su padre desde el cielo). Todo este “collage musical”, está hilvanado a través de coreografías de Iván Alvarez y chistes -que Juárez festeja ruidosamente detrás de bambalinas- contados por Escobar.

El atractivo -aunque algunos discutan si quieren más a este Juárez o al de antes- está sin duda en este cantante, compositor, intérprete y bandoneonista. El mismo que ya tiene más de veinte discos a cuestas. El que corre por el escenario para demostrar lo atlético que está. El que le sonríe a su hija y sin que nadie lo vea, cruza los dedos por ella. El que es ciudadano ilustre de la Ciudad de Buenos Aires. El que -acompañado por la orquesta o solo- es en sí mismo un homenaje para el espectador: porque volvió, porque es imponente, gigante, desbordado. Tanguero a más no poder.