Encuentro cumbre en el Tasso

Por Paola Rompato

El jazz local se hace presente.

Jueves a la noche. Mesas con velitas que irradian una luz tenue, temblorosa y sugestiva. Los tanguitos que suenan en el aire van bajando su volumen. Las luces del escenario se encienden e intensifican el rojo de las telas que cuelgan a los costados. Piano a la izquierda, batería a la derecha. Todo está dispuesto para el esperado encuentro: el Quinteto Urbano y Escalandrum, dos potencias del jazz local, suben a las tablas del Torquato Tasso.

Oscar Giunta (h.) en batería, Diego Schissi en piano, Guillermo Delgado en contrabajo, Rodrigo Domínguez en saxos y Juan Cruz de Urquiza en trompeta y flugelhorn abrieron la velada trayendo los interesantes sonidos del Quinteto Urbano.

Verde en Gris –obra perteneciente al último disco de este quinteto- fue el tema con el que iniciaron su segmento de actuación, el cual se continuó con obras de dicho disco y un estreno para los oídos.

A lo largo de todo el recital pudimos ser testigos de la minuciosa prolijidad en la ejecución que caracteriza a estos cinco músicos, portadores de dotes virtuosísticas extremas. En general el grupo se mueve en una excelente base rítmica de complementariedad entre batería y contrabajo, que se interrelaciona con una base armónica del piano, manteniéndose al frente la trompeta y el saxo que fascinan con la exactitud de sus unísonos afinadísimos. Sin embargo, por momentos adquieren protagonismo los instrumentos de base mostrando la excelencia de los músicos, especialmente de Giunta, con un impresionante y expresivo equilibrio entre los fortes y pianos de su batería.

El repertorio ejecutado nos convirtió en testigos presenciales de bellas melodías en las que se pudieron descubrir formas jazzísticas contemporáneas mixturadas con ritmos locales y sonoridades impresionistas que dan al Quinteto su particular estilo. Lamentablemente, este excelente espectáculo musical estuvo empañado por los constantes problemas de sonido: desperfectos en los retornos del escenario y acoples molestísimos hacia el público. No obstante los músicos –a pesar de notárseles su malestar- mantuvieron la compostura y dieron un show extraordinario.
Tras un breve intervalo hizo su entrada Escalandrum, el grupo liderado por Daniel “Pipi” Piazzolla en batería, con Nicolás Guerschberg en piano, Mariano Sívori en contrabajo, Damián Fogiel en saxo tenor, Gustavo Musso en saxo soprano y alto y Martín Pantyrer en clarinete bajo y saxo barítono.
La actuación de este grupo se desenvolvió a lo largo de seis temas, la mayoría de ellos pertenecientes a su último disco: Sexteto en movimiento, abriendo el recital justamente con el tema Movimiento para sexteto.
Los mismos elogios atribuidos al Quinteto Urbano pueden otorgarse para Escalandrum. Estos seis jóvenes músicos se destacan por su admirable virtuosismo, producto del trabajo y el estudio musical responsable. Todos ellos se combinan, unen y complementan arriba del escenario, logrando una sonoridad de conjunto amalgamada, pero que no pierde la identidad musical individual.
La música de Escalandrum es un jazz muy particular, que se caracteriza por la presencia de ritmos y aires folklóricos fusionados en texturas y escalas de otras músicas. El color local está puesto principalmente en la batería del Pipi Piazzolla, conjuntamente con el contrabajo de Sívori, que con estilo propio introducen bases rítmicas que hacen de los temas músicas malambeadas, zambeadas o rockeadas.
Uno de los estrenos de la noche fue el tema Momo, donde Martín Partyner se destacó con un brillante solo de clarinete bajo en el cual, con actitud casi exploratoria, típica de improvisación jazzística, mostró las ricas posibilidades sonoras de dicho instrumento, paseando por sus extremos registros grave-agudo.

Cruce peligroso fue el tema de despedida, “un estreno que vamos a probar”, dijo el Pipi Piazzolla. Así, los tres vientistas del grupo se lucieron tocando saxos tenores, mientras que podía verse a un grupo de seis jóvenes que disfrutaban haciendo música tanto como los chicos disfrutan de un juego.