Feinmann-Dayub, a todo galope

Por Rómulo Berruti

Después de una temporada breve en su sala Chacarerean, Mauricio Dayub acaba de reponer 4 jinetes apocalípticos en Multiteatro.

Después de una temporada breve en su sala Chacarerean, Mauricio Dayub acaba de reponer 4 jinetes apocalípticos en Multiteatro. Con público propio muy entusiasta que supo cosechar en ese sitio -un reducto con personalidad ayuda mucho- y a través de búsquedas interesantes, el actor arrancó en la calle Corrientes presentando un espectáculo tan duro como desafiante. Se trata de un unipersonal escrito con filo, contrafilo y punta por José Pablo Feinmann cuyo texto -como la célebre apelación de Churchill- promete sólo sangre, sudor y lágrimas. Cuatro personajes se enfrentan consigo mismos: un padre obsesivo que considera a su familia blanco permanente de la inseguridad, un ex militante de los setenta que narra un encuentro patético con varios compañeros, un millonario que invita a comer con reminiscencias de la memorable película El cocinero, el ladrón, su mujer y su amante, un rey de las finanzas que está tejiendo su red de infamias en el momento mismo en que uno de los aviones se acerca a su oficina de las torres gemelas. La calidad del libro hace pensar en su tan frecuente carencia en los abundantes “yo la hago, yo la vendo” con que se puebla la cartelera teatral de Buenos Aires. En parte por autosuficiencia, en parte para no ceder los derechos de autor, se multiplican desde siempre los actores-autores que en realidad sólo son (cuando lo son) lo primero. Dayub no cometió ese error y eso incide en la calidad de su propuesta. Como también haber acertado en la elección de Luis Romero para dejarse dirigir y en el saludable sentido de síntesis de Osvaldo Pettinari para la ambientación: un sillón de dos cuerpos sirve para todo -panel multimedia incluído y disimulado en el respaldo- en tanto sonido y luces cumplen una función decisiva.
Como siempre que un intérprete debe acudir al transformismo para saltar de un personaje a otro, los tiempos y su manejo asumen una importancia especial. 4 jinetes… respeta la exigencia y Dayub no permite que los intermedios se degraden a baches saboteadores del interés. Los cuatro papeles lo muestran igualmente seguro, no hay desniveles en este aspecto. De modo que las ventajas a favor de algunos se deben a sus propios contenidos y a la sintonía que logren con el actor. Pienso que el ex militante rememorando aquél encuentro de triste decadencia es un hallazgo de Dayub porque todo el discurso está saborizado con un humor porteño caduco muy eficaz. La figura física que surge aquí tiene peso propio. El otro gran ganador es el businessman que sin dejar un instante los teléfonos trata de organizar un negocio colosal mientras elabora una coima igualmente colosal: salta como una langosta del panel de informaciones a los ventanales de su obscena oficina y como es el 11 de septiembre de 2001 ve con horror que un avión se dirige derecho hacia él, el piloto y su conjetural venalidad son su chance postrera. En suma, un muy buen espectáculo sostenido por un artista que siempre se ha tomado en serio su misión.-