Fragmentos de amores desesperados: una interesante relectura lorquiana.

Por Paola Rompato

Miguel Wahren volvió con Fragmentos de Amores Desesperados, la tragedia musical a partir de textos de Federico García Lorca.

Un escenario a media luz, casi oscuro. Los músicos dispuestos en semicírculo -como espectadores dentro de la escena- e iluminados muy tenuemente. En el extremo derecho, adelante, una mesita pequeña y sobre ella un libro. Y desde el fondo, en medio de esa atmósfera que anticipa un desgarrado transitar entre el amor y la muerte, se acerca una niña… una niña con trencitas que se sienta a la mesa, abre el libro y con el dulce timbre de su voz infantil da comienzo a Fragmentos de Amores Desesperados.

Bodas de Sangre y Yerma -ambos de Federico García Lorca- son las historias de amor desesperado que Miguel Wahren eligió para teatralizar con música. La riqueza, el dramatismo y la profundidad de los textos del autor granadino son revalorizados a partir de una lograda composición musical que transita libre y creativamente por ritmos pertenecientes al folklore latinoamericanos, pero sin perder la esencia flamenca, que es la que le imprime su fuerza particular.

La segoviana Montse Ruano es quien actúa y le pone voz a estos textos musicalizados. Su interpretación se combina con la del cantante Hugo “Peche” Estévez, que con una impronta más melodiosa le aporta el tinte latinoamericano. Ambos cantantes-actores son acompañados por un excelente grupo de músicos integrado por Riqui Culotta (bajo, trompeta y coros), Fidel Guigui (aerófonos y coros), Hugo Núñez (percusión y coros), Juan Rivero (piano), Pablo Trosman (dirección musical, voz y cuerdas) y el cantaor Claudio González que conmueve infinitamente con su canto profundo y visceral.

Todo el espectáculo –lúcidamente armado desde la palabra cantada- está pensado para recrear el devenir trágico de Bodas de Sangre y Yerma. Desde lo visual se desarrolla una estética de colores oscuros y escenas en penumbras que acompañan a la actuación y a la interpretación musical, enfatizando el adverso acontecer dramático. Así, Wahren hace su personal relectura y logra captar y transmitir la esencia lorquiana desde una nueva mirada, una mirada actual y moderna pero que conserva y respeta la originalidad primigenia.