Igual y Diferente

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Por Fabián D´Amico

El danzón de Los Amados, propone un nuevo vínculo con la inalterable nostalgia musical que es marca registrada del grupo.

El último espectáculo de Los Amados no trae ninguna novedad en cuanto a la estética del grupo, su comicidad con ciertos rasgos humorísticos, y el excelente nivel musical de todos los integrantes. Luego de 20 años de conformación, lo kitsch se mantiene presente y tal vez potenciado en esta oportunidad en los sendos cambios de vestuario y elementos escenográficos (elogiable labor de Cristina Villamor) alcanzando en ciertos momentos, aspectos del más recargado barroco.

Todo sigue igual en la banda. Los músicos (Lisandro Fiks, Oscar Durán, Hernán Sánchez, Fernando Costa) explotan al máximo sus dotes interpretativas, el chansonier (Alejandro Viola) hace gala de su intacto romanticismo, la cantante invitada (Daniela Horovitz) deleita con su voz y figura y la joven pianista (Analía Rosemberg) mantiene ese halo de misterio desde su lengua extranjera e incomprensible. Clásicos como Soy lo prohibido, Abrázame así, Tres palabras, junto a lo mejor de la cumbia colombiana, merengue y cha-cha-cha forman parte de los treinta temas que se interpretan en la velada. Elementos tradicionales para no defraudar a ninguno de los muchos seguidores de la compañía.

Si la oferta es siempre la misma, ¿cuál es la razón para no perderse este “nuevo” show? La respuesta, sin lugar a dudas, es el vínculo que se genera entre artistas y audiencia en la materialización espacial del espectáculo.
La cuarta pared nunca existió para Los Amados y la interacción entre Alejo “el chino” amado y las señoras de la platea a las cuales brinda sus temas y piropos ha sido siempre continua y permanente. Pero en El danzón de Los Amados el acercamiento es mayor, como si fuera una versión en 3D de sus presentaciones anteriores. Esta magia es posible gracias a la Sala Siranush, sitio donde se lleva a cabo la velada.

El hermoso y tradicional salón de fiestas de la colectividad Armenia ubicado en el barrio de Palermo es el sitio adecuado para que la evocación que Los amados realizan de las típicas orquestas de la Belle Epoque vernácula exceda al hecho teatral y se transforme en un happening que alude a las veladas danzantes de aquellas épocas.

Un palco escénico con la orquesta a pleno, mesas y sillas estratégicamente ubicadas para permitir un gran espacio central convertido en pista de baile, exquisita comida bien regada por buenos vinos y la nostalgia a flor de piel en todos la concurrencia genera una verdadera fiesta donde los límites entre el hecho teatral y la fiesta familiar por el festejo de algún cumpleaños o casamiento se confunden. Cuando Los amados invitan al salón a bailar, no hay timideces ni segundos pedidos y todos salen a disfrutar de la buena música que nace de la “orquesta en vivo” y que reúne en pocos minutos ritmos tan dispares como la salsa, la cumbia o el entrañable regreso de los lentos, momento que nadie abandona la pista y permite, como dice el Chino Amado, “volver a enamorarse”.

Un nuevo formato, diferente y efectivo, para el disfrute de la música, humor y nostalgia que proponen desde siempre Los Amados.