La felicidad según Mabel Riviere.

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Por Fabián D´Amico

Interesante trabajo de Acebo como autor que encuentra escollos en su materialización.

Mabel tiene 52 años y una familia disfuncional. El marido trabaja y no le presta atención, un hijo muy dedicado a sus estudios, una hija retraída y en busca de un príncipe azul, otro hijo dealer de droga y un padre con Alzheimer. Esta mujer no encuentra el camino a seguir que la libere de la rutina diaria, siendo la búsqueda de su felicidad boicoteada por la mala praxis de su terapeuta.

Un relato conocido en el teatro porteño actual, ya que Antonio Gasalla, como Mirta Bertoti cuenta una historia similar desde el escenario de El Nacional. Una diferencia sustancial existe entre Mabel y Mirta. En “Más respecto que soy tu madre” la protagonista, agobiada por tanto pesar, siempre ve el vaso medio lleno y ese optimismo se traslada al público que presencia un grotesco muy reidero.

En cambio Mabel se debate entre el llanto repentino y la risa sostenida. Una bipolaridad que Jorge Acebo con su historia transmite al espectador, quien no sabe si está frente a una comedia por sus diálogos absurdos o metáforas culinarias que se utilizan para tratar temas “serios” como la homosexualidad; o a un drama que refleja la soledad de esta mujer y la pintura de una sociedad enviciada de drogas y prejuicios.

Acebo apela en la pieza a varios géneros teatrales (grotesco, comedia de enredos, drama social, etc.) y logra entretener a la platea desde la primera escena, tal vez la más lograda de la puesta, donde el sonido ensordecedor de la música pinta el desorden reinante en ese hogar y en la mente de Mabel; hasta el sangriento final que permite que la protagonista cumpla su cometido: quitar del camino todos los obstáculos que hacen que su familia no sea feliz.

La obra exige un público y un elenco activo decido a entrar en el juego ofrecido por el autor-director en cuanto a este cocktail de emociones que es la vida de esta familia. El escollo principal de la pieza es la heretogeneidad del elenco en cuanto a la composición de los personajes y su compromiso con la propuesta lúdica del director. Mirta Sclavo como Mabel realiza un trabajo comprometido y bien resuelto, al igual que ciertas escenas jugadas por la hermana sumisa y el hermano dealer. El resto del elenco ofrece actuaciones desdibujadas (el padre y el hermano gay) o simples esteriotípos (el abuelo, la amiga de la hermana). Una pena que el programa de mano no especifique y relacione el nombre del actor con el del personaje.

Con rubros técnicos acordes a un espectáculo del circuito off, “La felicidad según Mabel Riviere” resulta un producto más atractivo por la historia que cuenta y los recursos que emplea Acebo en su dramaturgia para hacerlo, que desde la concepción escénica del mismo donde están sus puntos más débiles.