La historia no existe, la tienen que armar ustedes

Por Rómulo Berruti

En Burkina Faso el autor nos ofrece un juego-enigma macabro y divertido.

La pareja ya no está en crisis. Ni eso le queda. En la miseria verdadera -no la de la clase media que debe suspender la tv por cable- estas dos personas todavía jóvenes planifican el colapso total y liberador: matar a sus tres hijos y luego suicidarse. Como en la tragedia más o menos clásica pero sin gritos, llantos, culpas ni despedidas. Es un plan rioplatense, medio desprolijo y amañado, un poco mucho para este hombre que iba a ser ingeniero mecánico y que como Blumberg nunca tuvo el título, de modo que sólo arregla carburadores. También para ella que ni en puntas de pie alcanza las grandes y tremebundas decisiones finales, por lo cual le pega al resto de ginebra (regalada, claro) y se fuga resolviendo un crucigrama donde debe encontrar el nombre que tienen los naturales de Burkina Faso. Los creó Daniel Dalmaroni para una propuesta de rechinante humor negro que deberá funcionar con el recurso venerable pero eficaz de las cajas chinas o las muñecas rusas, siempre puede haber algo más aunque parezca que no cabe nada más. Tramposo, muestra un naipe suplementario que es la muerte accidental de los chicos o sea que a papá y mamá parece que ni el tiro del final les va a salir. ¿Se terminó aquí la obra? No, recién empieza, pero nos pasa el mazo a nosotros, en parte porque hay otra vuelta de tuerca que remite quizás al genial truco de Albee en ¿Quién le teme a Virginia Woolf? y en parte porque broma va chiste viene lo que se dice nos pega en el plexo solar.
Breve y contundente, sardónica y divertida, Burkina Faso fue bien manejada por el director Jorge Branbati incorporando acciones corporales que indican el camino de la farsa y el absurdo -algo tiene el texto de ambas vertientes- y creando un código interpretativo interesante. Lo acatan con muy buenos resultados Gabriel Kipen y Ana Granato, él tiene los mejores impactos de texto que son festejados por un público muy joven y ella las mejores chances que brinda la ambigüedad pero también los beneficios de un horror suplementario puesto que es la madre de los niñitos cuyo asesinato se proyecta. El espectáculo atrapa y luce la gema brillante del teatro alternativo, su gran logro: la búsqueda.