La reinterpretación de la palabra.

Por Paola Rompato

De protesta.

El programa de mano advierte: "No se trata aquí de una mirada nostálgica sobre aquello que las décadas pasadas hicieron en la historia y en nosotros. Nada de eso. (.) Se trata de poner en perspectiva aquellos
sonidos sobre el resquebrajado tiempo presente, se trata de decir aquellas mismas palabras en un contexto que pueda descentrarlas y relativizarlas".

Y en verdad de eso se trata. En este nuevo espectáculo, el actor, director, dramaturgo y cantante Alejandro Tantanián toma canciones de protesta de otros tiempos y otros lugares (tiempos más lejanos o más próximos, lugares propios o ajenos) y las reinterpreta, las recontextualiza en estos nuevos tiempos, en estos nuevos espacios.

Canciones de protesta política y protesta social se van sucediendo en un formato de "recital dramatizado" en donde el protagonista, los actores y los músicos participan activamente, de tal manera que por momentos se pierde la perspectiva de si se trata de una obra de teatro, de un recital, de un musical o de todas esas cosas juntas. Y es que probablemente la protesta de estos nuevos tiempos se trate de eso: de romper con los códigos convencionales para crear nuevas e interesantes formas de comunicación.

Cuatro músicos (Diego Wainer, Iván Barenboim, Marcelo Katz y Miguel Rausch) ejecutan de una manera formidable no solamente sus instrumentos consabidos (contrabajo, clarinete, piano y batería, entre otros), sino que también se lucen con la ejecución de botellas sopladas, máquina de escribir, cantos rodados en cajas, copas de cristal frotadas y agua movida por las manos.
Todo eso acompañados por un elenco de siete actores que se integran a la escena actuando por momentos, cantando algunas veces, percutiendo con palos otras o, siguiendo la lógica del espectáculo, haciendo todo eso a la vez mientras el cantante/actor, micrófono en mano, interpreta sus viejas/nuevas
canciones de protesta.

Letras de un variado repertorio arman el recorrido musical y, en un excelente trabajo de composición llevado adelante por Marcelo Moguilevsky, son re-instrumentadas. Así, y sólo por citar dos "perlitas" muy conocidas a los oídos, se pueden escuchar "Barro tal vez", del Flaco Spinetta, con un sonido de pianista romántico de fondo (¿Schubert quizás?) y "Ojalá", de Silvio Rodríguez, acompañado de una mini fuga al mejor estilo Bach.

"Una protesta se recorta en el espacio en dirección opuesta a la que el espacio pareciera demandar" siguen diciendo actor y director en el programa de mano. Y en De Protesta todo está creado para transmitir esta esencia: una escenografía sencilla, con paredes color rojo borgoña, con un ventanal de costado que deja entrar levemente la luz, en un extremo una mesa (casi escondida) donde se apoyan vasos y bebidas que son usadas por los actores/intérpretes, en otro extremo una mesa (más en primer plano) donde se apoyan las copas que en algún momento se ejecutan, sillas alrededor de las mesas, sillones por otro lado, piano, batería, saxo, clarinete, personas (jóvenes) que se mueven en escena vestidas con ropa de tiempo presente.Todo eso nos traslada a un galpón en donde se reúnen los amigos a ensayar o bien a una casa familiar donde transcurre un "asalto" (baile de aquellos tiempos) o, por qué no, a un lugar indeterminado, impreciso, en donde intentar establecer un espacio y un tiempo es un mínimo detalle, porque pueden ser todos los espacios y todos los tiempos.

Alejandro Tantanian, Alejandro Maci y Marcelo Moguilevsky son tres artistas talentosos que decidieron combinar sus capacidades para dar origen a De Protesta. Así surgió este espectáculo en el cual lo sonoro y lo visual se conjugan en dosis exactas e invitan a disfrutar de un recorrido por el tiempo a través de canciones, intervenciones sonoras y monólogos, en donde la palabra se reinterpreta y se resignifica fuera de toda convención, en un nuevo tiempo: nuestro tiempo, nuestro "resquebrajado tiempo presente".