La renovación en su justa medida

Por Laura Papa

Sibila y su Ballet “Al Andaluz” Torrente, un nuevo espectáculo en el que la bailarina y coreógrafa recrea sus diez años con el baile español.

Se trata de un espectáculo en el que Sibila propone diversas formas de amalgama entre danza popular y estilizada, como así también entre tradición y renovación.

- En la primer parte del espectáculo se observa una interrelación entre danzas populares y elementos fuertemente estilizados. ¿Desde qué lugar pensaste estos vínculos?

- En la primera parte hacemos la Suite española, de Isaac Albéniz, el compositor más importante creo yo de la escuela nacionalista española. En esta obra él compuso diferentes piezas, basadas en cada una de las provincias españolas: Cádiz, Sevilla, Granada, Córdoba, Castilla, Asturias. Tomó elementos del folklore popular de estas regiones y los estilizó. Al escuchar y leer la partitura nosotros encontramos muchísimos rasgos bien populares de tonalidades, motivos, variaciones musicales, y se me ocurrió hacer un muestra de lo que sería la obra de Albéniz y los motivos populares en los cuales él se basó. En el espectáculo aparezco con los músicos como si fuese la danza estilizada, mientras los demás bailarines van apareciendo con los atuendos propios de cada región, incursionando en toda la parte popular. Fue un trabajo de investigación que nos dió muchas satisfacciones y muchas sorpresas, fuimos rastreando en la partitura cómo aparece constantemente el elemento popular en cada uno de esos pasajes musicales. Es así que relacionamos Córdoba con un fandago, luego Castilla con seguidillas manchegas, después Aragón con jota aragonesa y luego Asturias con bulerías, que no son típicas de la región como las danzas anteriores, pero los estudios señalan que Albéniz se debe de haber nutrido de otros elementos en Asturias porque presenta mucha distancia con lo que realmente es el baile popular asturiano y es por eso que, en ese caso, nos atrevimos a relacionarlo con el flamenco.
Después viene toda una parte que se llama “España clásica y de zarzuela”, donde hacemos un zapateado, que es un motivo popular estilizado por Pablo Sarasate. Me interesa mostrar una España que no es solo la del flamenco, creo que sus danzas y músicas son tantas y forman un conjunto tan rico que siempre quiero rescatarlo. En mis espectáculos me interesa mostrar esos diferentes estilos porque fui formada en todo ese abanico de posibilidades en el Real Conservatorio de Madrid y junto a una grande como fue Mariemma. Creo que si los cultores de este arte no seguimos trabajando en ellos poco a poco se van a ir perdiendo.
Después hacemos todo lo que son las influencias, las incursiones del flamenco con el jazz o la influencia de la danza contemporánea; lo que desde Paco de Lucía viene dándose como innovación. Acá, en Argentina, tal vez el representante más conocido sea Joaquín Cortés, que difundió un estilo que ya se venía trabajando en España desde principios de los ’90.

- Pero también Joaquín Cortés fue resistido por algunos sectores del público seguidor de la danza española...

- Sin embargo creo que difundió el flamenco por el mundo. Si no hubiese aparecido esta renovación el flamenco se habría restringido a España y, tal vez, a algunos países latinoamericanos solamente.

- ¿Es decir que ganó mercados masivos como el de EEUU y el de Japón...?

- Como boom sí, como algo que llevó a que en todas las academias se baile flamenco sí. Antes, Antonio Gades o Mariemma seguro iban con sus espectáculos a EEUU, pero me refiero a que a la gente común de la calle no se le ocurría estudiar y hacerlo suyo, tomar al flamenco como una disciplina artística personal. Si acá viniese un ballet de Japón a mostrar danza japonesa, tal vez muchos iríamos a ver el espectáculo, pero no se nos ocurriría ir a aprender danza japonesa. Algo semejante ocurrió con la música, para los puristas no se trata de flamenco, sin embargo son representantes de España para el exterior y la gente empezó a comprar ese producto. A partir de ahí se abrió un mercado. Ahora si una compañía lleva flamenco puro van a verla. Si acá viene el Farruquito, que es el exponente de este momento a nivel de espectáculo purista, mucha gente que años atrás no hubiese ido ahora sí lo vería. Creo que el flamenco entró por otro lado para después poder ser apreciado y entendido en sus formas más tradicionales. La segunda parte de este espectáculo es de flamenco puro, con cante, con dos guitarras y percusión, y pienso que la gente lo aprecia de otro modo porque ya tiene el oído más acostumbrado. Se hizo el camino a la inversa. Igualmente te aclaro que no acuerdo con todo lo que hace Joaquín Cortés, algunas cosas no aportan nada en ningún sentido, ni para la danza ni como puesta en escena. Hay otros exponentes, como Rafael Amargo, que han hecho espectáculos en Argentina con puestas en escena muy creativas donde el flamenco está fusionado desde un ángulo teatral y desde un ángulo de estudio de la danza importante. La misma Yerbabuena, que ahora es llamada la número uno del flamenco, incorpora muchas cosas contemporáneas. A mí me parece que eso le hace bien al flamenco porque es una renovación. Sin embargo creo que esa renovación no puede irse al otro extremo, tiene que tener su justa medida para que no pierda la raíz, porque sino estamos hablando ya de un nuevo estilo o de una cosa totalmente desdibujada. Hay que ser muy cuidadoso.

- ¿Cómo se conjuga entonces la libertad creativa con esa “justa medida”?

- Como coreógrafa, yo también estoy en una búsqueda y trato de incorporar lo que he estudiado. Uno se siente libre cuando tiene muchísimos elementos para trabajar, la libertad consiste en eso, en tener opciones. Y para tener todos esos elementos hay que tener muchos años de estudio, mucha investigación detrás y sentir que uno maneja el paño. La libertad la da un bagaje de experiencias que me permite animarme a hacer ciertas cosas, pero dentro de un esqueleto, dentro de ciertos límites que dan la seguridad necesaria.