Las tontas: el humor del desencanto.

Por Paola Rompato

Dos chicas fuera de época, casi caricaturescas. Ambas inmersas en un mundo propio, deliberadamente construido.

Una de pelo largo y rubio, la otra de pelo corto y castaño. Una con vestido rosa, la otra con vestido violeta. Ambas con voces aflautadas. Ambas haciendo comentarios ridículamente absurdos. Ambas tontas, muy tontas…

Así, haciendo gala del grotesco, Gimena Riestra y Verónica Díaz Benavente se suben al escenario del bar de La Casona y despliegan –cantando y actuando- un gran número de obras musicales, todas ellas que giran alrededor del tema del desánimo, la espera, el amor frustrado y atraviesan géneros como el tango, la zarzuela, la ópera y el pop. Algunas de estas canciones son hechas en su versión “casi” original y otras re-versionadas, como el caso de Canción Desesperada que, en ritmo de pop y al mejor estilo Shakira, las chicas cantan de manera excelente.

Independientemente del hilo conductor del espectáculo (el absurdo, la tontera, el desencanto, el desamor), lo más destacable en esta puesta en escena es la interpretación de las chicas. Dueñas de unas voces admirables, muy afinadas y con un gran sentido de la ductilidad, se adaptan muy bien a todos los géneros y estilos interpretados, consiguiendo con mucha seriedad y compromiso profesional llevar adelante un bien logrado espectáculo musical teatralizado.

Con Las Tontas en escena se participa de un momento de chispeante humor y buena música, en donde el desencanto es mirado con ojos de niño, unos ojos que enternecen con su inocencia y apenas dejan traslucir el verdadero dolor.