Lo del violín es puro cuento

Por Paola Rompato

La historia gira en torno a un violín, a ese “auténtico” Stradivarius herencia familiar, sobre el cual todos tienen -o creen tener- derechos adquiridos.

En “El cuento del violín”, Gastón Cerana -autor y director- utiliza al instrumento musical como excusa para narrar con cierto aire grotesco una historia sobre las mezquindades humanas. En ella muestra a una familia pueblerina, de descendencia italiana, en la que un violín celosamente conservado dentro de una urna de cristal, se convierte en un elemento fervorosamente apreciado por unos y otros integrantes de la familia: Bruna que lo quiere conservar porque es una reliquia familiar, Eduarda y Domingo que lo quieren vender “para salvarse” y la jovencita Paula -amante de la música- que lo único que desea es poder ejecutarlo y no lo logra debido a las avaricias y egoísmos de los otros. Y entre medio de esta riña familiar, se insinúa sutilmente una historia de amor entre Paula y Miguel -un joven y apuesto profesor de piano- quien, finalmente, la ayudará a cumplir su sueño.

Alicia Muxo, Vivian El Jaber, Fernando Armani, Maida Andrenacci y José Ignacio Tambutti son los cinco actores que dan vida al excelente libreto de Cerana. El desenvolvimiento en escena y la caracterización de cada uno de los personajes son dignos de admirar y otorgan el marco propicio para que esta historia no pierda su riqueza.

El relato se acompaña por una exquisita música ejecutada en vivo por Paula (Maida Andrenacci) y Miguel (José Ignacio Tambutti) en el piano colocado dentro del espacio escénico, que va desde Bach a Satie, pasando por Mozart, Liszt, Chopin y Ginastera, sin olvidar el tema original de la obra compuesto por Gabriel Goldman.

Los egoísmos, las bajezas y los resentimientos de una familia aparecen en esta historia y son tratados de manera caricaturesca bajo la solapa de “el cuento del violín”. En verdad: un cuento imperdible.