No sé si puedo dejarte

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Por Fabián D´Amico

Convincente relato de un tiempo en donde la ideología política superaba la fuerza del amor conyugal.

Si indagamos sobre el significado del término época, podremos encontrarnos que se refiere a un “punto de partida de una determinada cronología” o a un “período determinado en la historia de una civilización o de una sociedad al que se hace referencia aludiendo a un hecho histórico, un personaje o un movimiento cultural, económico o político que se ha desarrollado en él.” Hay muchas más acepciones y en especial referidas a escuelas artísticas donde la época sirve de mojón para un determinado estilo o corriente.

Muchas veces el punto de partida de una producción teatral toma el concepto de época, ya sea en la narratividad o dramaturgia, en la dirección de arte o en la puesta en escena Esto ocurre en distintos niveles y disciplinas en No sé si puedo dejarte, obra de Gabriel Fernández Chapo que se representa en el Teatro El Ópalo.

Desde el ingreso a la sala y comienzo de la función todo remite a un pasado, como si el presente fuera un mal al cual escapar de manera inmediata y el futuro una quimera inalcanzable. Un músico (Darío Viggiano) ingresa en escena a oscuras en busca de su espacio y guitarra, dos muñecos representan a un chico y una chica en el centro de la escena y los protagonistas quienes le dan voz y vida a estos. Recuerdo individuales de la infancia, del colegio, de la secundaria hasta el momento en el cual ambos se conocen y comienzan una historia de amor y los seres de trapo se transforman en hombre y mujer.

Un amor marcado por los ideales, por la militancia política, por los principios que ambos sostienen hasta que el casamiento y el nacimiento de su hijo-como si fueran dos estigmas de una sociedad burguesa- alteran sus anhelos. La mujer se mantiene firme en sus utopías mientras el hombre entra en un sistema capitalista de subsistencia y superación económica-social, que termina por desgastar a la pareja. La separación y el reencuentro a lo largo de distintas décadas dan un cierra a una historia simple y en tramos previsible de un amor imposible de dejar.

La dirección de Javier Ahumada no escapa a la pátina de temporalidad que tiene el texto de Gabriel Fernández Chapo. El atuendo neutro de los protagonistas, el estar descalzos y ciertos movimientos corporales remiten al estilo de cierta escuela de psicodrama teatral predominante en los años ´70, denota un discurso que tanto en producción como en recepción lleva al público a un viaje al pasado personal o social.

La pareja protagónica de la pieza compuesta por Darío Bonheur y Magalí Zubiri realiza un trabajo comprometido y con una lograda química mutua que se traduce en logradas escenas donde la tensión culmina en pasión y viceversa. Ambos “viven” con sus personajes y crean momentos deliciosos como la finalización de una etapa de la pareja jugada por los muñecos precisamente manipulados por los actores.

No sé si puedo dejarte plantea, de manera convincente, la utopía del amor y su posible permanencia a través de los años, y la importancia de la ideología política como factor de quiebre en una relación matrimonial. Una hipótesis que se reavivo en los últimos tiempos con el tema de la “grieta” al momento de pensar distinto pero que en la pieza teatral remite indiscutidamente a una época en donde la pertenencia a ideales políticos era más fuerte que cualquier otro sentimiento.