Noches de flamenco en Buenos Aires

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Por Fabián D´Amico

Excelentes representantes del flamenco en un tradicional show musical con una acotada producción estética.

Como ocurre en muchas de las grandes capitales del espectáculo mundial, hay shows que se repiten años tras año y por lo general en el mismo espacio. The Rockettes es una reconocida compañía de baile de precisión, fundada en 1925, que actúan todos los años al llegar diciembre en el teatro Radio City Music Hall en Manhattan. Otro caso similiar ocurre en Londres con los espectaculos familiares que celebran las fiestas navideñas. En Buenos Aires los conciertos de comedias musicales, las muestras de fin de años de ciertas academias de arte y los espectáculos de folclore español tiene su cita acordada en nuestra cartelera.

Un caso emblematico es la produccion que anualmente presenta Gallo Producciones en el Astral bajo la batuta creativa de Jorge Mazzini. Esta temporada le toca el turno al dramatismo folclorico del flamenco en un espectáculo ya visto con anterioridad. Con impulsor un tanto pretencioso que lo presenta como Un musical innovador, sensual y apasionante , Noches de Flamcenco en Buenos Aires es mas cercano a un homenaje a los clasicos tablados gitanos que a una idea innovadora.

Un elenco homogéneo de bailaores, donde prima tanto la juventud como el talento, muestran su arte recorriendo todo el amplio escenario del Astral, no dejando lugar sin taconear o impregnar del canto cercano a un lamento desgarrador. El dúo protagónico de bailaores (Gastón Stazzone y Jorgelina Amendolara) realizan solos plausibles cargados de sentimiento y pasión y se unen al resto del elenco logrando un afiatado ensamble aunque destacándose cuanto logran captar la atención de publico con su arte bajo un haz de luz sobre el despajado espacio escénico.

Una banda en vivo sobre el escenario y formada por dos guitarras, una flauta traversa y un cajón,junto a una Voz y palma, le otorga una fuerza inusual a la noche y se convierte en momentos en la verdadera protagonista de Noches de Flamenco, con dúos de guitarras aplaudidos vivazmente por la audiencia que colma la sala.

Baldomero Cadiz recrea con su voz única y personal todos los estilos musicales del flamenco, desde los fandangos a las bulerías, sin dejar de lado las clasicas farrucas y seguiriyas. La sorpresa de Noches de Flamenco es la performance de Eugenio Romero, cantaor que sostiene toda la parte vocal de la noche al mismo nivel de calidad que Cadiz, con una maestría probada dentro de su arte.

Jorge Mazzini intenta darle cierta teatralidad a la danza, diseñando dos cuadros dramáticos, uno en manos de Amendolara y otro realizado por un bailarin de la compañia, con mejor intensión que realización, donde los tiempos muertos en el cuadro de los celos lo vuelve tedioso. Tampoco acompaña Miriam Condoleo la creatividad del director al introducir una explicación y un poema cada tema o cuadro musical. Una marcada declamación y una dicción que mezcla el acento porteño con la “ll” cantadas le dan una pátina sepia a una manera desusada de decir.

Otro factor que no aporta al lucimiento de Noches de Flamenco es la nimia producción estetica del mismo. Un vesturario falto de lujo, unas pocas telas que respaldan la banda y una puesta de luces que dejan en ocasiones a los bailores en conos de sombra no es acorde a los tiempos que corren donde cualquier modesto espectáculo cuanta con proyecciones y leds, más áun tratandose de un teatro que es cuna de los últimos grandes musicales nacionales e internacionales.

Cantaores de prestigio, bailaores de fuerza y arraigo, una banda musical formada por excelentes maestros y un entusiasta cuerpo de baile dan prestigio a un musical español plagado de talento y escaso de innovación y espectacularidad.