Risas y diversión en el Avenida

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Por Fabián D´Amico

La vie parisienne, opera bouffe de Offenbach en versión de la compañía Lírica “G. Verdi”, es un efectivo espectáculo lírico cercano a la comedia musical.

Los límites dentro de la opera son difíciles de traspasar sin molestar la tradición melómana de un público por demás conservador. Cuando un grupo se atreve a transgredir ciertos cánones-independientemente del resultado final- es una quimera plausible. Esto ocurre con el desembarco de la Compañía Lírica G.Verdi al Teatro Avenida, como tercera asociación dedicada a la lírica dentro de su programación anual, y en especial con la versión completa de La vie Parisienne, opera cómica de Offenbach.

Un título poco frecuentado que despierta cuestionamientos sobre la preponderancia del texto sobre la música dentro del género. Esta opereta, plagada de bellas y pegadizas melodías está más cercana a una comedia musical que a un producto de corte lírico, potenciado por la certera decisión de la compañía en traducir al español todos los pasajes recitados del espectáculo, factor que potencia la comedia como elemento primordial de la propuesta.

La vie Parisienne, como si fuera un vaudeville de Feydeau, retrata de manera alocada, la vida licenciosa de la burguesía parisina de fines del siglo XIX, con hombres que se disputan los favores de actrices de cabarets, nobles extranjeros que llegan a la ciudad luz en busca de diversión fácil, mujeres decentes solo en apariencias y empelados domésticos dispuestos a todo por el beneplácito de sus patrones.

Adriana Segal, junto a Lizzie Waisse concibieron una puesta en escena dinámica, con desplazamientos certeros del numeroso elenco dentro de un marco escenográfico efectivo aunque un tanto tradicional y un colorido vestuario que resalta todo lo caricaturesco de los personajes y situaciones equivocas. Aspectos que junto a una coreografía bien diseñada por Gabriela Castro Barros y ejecutada por el ballet estable de la compañía, distancian al producto del imaginario colectivo en cuanto al acartonamiento del género y lo sitúan fuera de los lugares comunes del mismo.

En el aspecto musical, la corrección es el máximo calificativo que puede darse a la dirección musical, orquestal y coral de Ramiro Soto Monllor. EL desempeño vocal de los tenores y sopranos no escapa a ese límite, destacándose Clara Pinto en el rol de Gabrielle y Lara Mauro como la Baronesa. Los varones sobresalieron en la actuación, en especial el Barón de Pol Gonzalez y las festejadas creaciones de Lisardo Moure, devolviéndole al Teatro Avenida carcajadas como no se escuchaban en ese solar desde hace mucho tiempo.

Comedia sobre el canto, puesta frente a contenido, actuaciones versus dotes vocales, risas contra formalismo. Aspectos que convierten a La Vie Parisienne en un divertimento musical con más comedia que bell canto.