Stravaganza

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Por Fabián D´Amico

Inversión millonaria en un producto nacional de proyección y calidad internacional.

Flavio Mendoza llegó al mundo revisteril para no pasar desapercibido. Primero como bailarín, luego como coreógrafo en pequeños espectáculos en el Teatro Enrique Carreras de Mar del Plata (donde empezó a hacerse conocido) para pasar luego a las “revistas” de Cherutti- Artaza en las que hizo su carrera teatral hasta convertirse en el director artístico de esos shows. Los logros de Mendoza fueron muchos y con un estilo cuestionado pero propio posicionó el nombre del bailarín y coreógrafo de teatro de revista en un sitial como no ocurría, salvando las distancias, desde Alfredo Alaria o Pedro Sombra en la época de esplendor del género.

Con todo ese bagaje y su formación circense, Mendoza deslumbró- y continúa haciéndolo- con Stravaganza, primer espectáculo creado, dirigido e interpretado por el bailarín. La construcción de un teatro en Villa Carlos Paz adaptado a las necesidades técnicas del show y la primera etapa de transformación del Teatro Broadway para montar este espectáculo (en abril comienza la segunda etapa donde el teatro volverá a tener su fisonomía primitiva con platea, super pulman y pulman) marca la primera virtud de Stravaganza. Una inversión en producción pocas veces vista en un producto nacional que tiene proyección y calidad internacional.

Cualidades que exceden la infraestructura y se vislumbran en la parte artística sobre el escenario. Un numeroso elenco de bailarines, acróbatas y gimnastas, músicos en vivo, cantantes, humoristas y Mendoza como cabeza de compañía que deslumbran en cuadros donde la acción de desarrolla en distintos planos y en distintos medios (escenarios, piletas, trapecios). Un impactante vestuario de corte revisteril de Marcelo Péndola, jugadas coreografías de Romina Propato y del propio Mendoza, música original de Federico Vilas y un excelente diseño de iluminación de Ariel Ponce dan el marco propicio para que cada uno de los interpretes tengan su destaque personal y brillen en los cuadros corales.

¿Qué es Stravaganza como género teatral? ¿Una revista circense? ¿Un espectáculo de circo con toques revisteriles? Es difícil encuadrar este espectáculo pero se puede afirmar que la coreografía tiene mucho de acrobacia (marca de origen de Mendoza), que visualmente tiene el impacto que desde hace mucho no se aprecia en una revista y de este género sin duda adopta lo fraccionado de la propuesta. Una sucesión de cuadros musicales visualmente asombrosos unidos o hilvanados por pasacalles, cortinas o pequeñas situaciones humorísticas sostenidas más en lo físico que en lo conceptual.

En el arte, todo es elección y Flavio Mendoza hace la suya. Lo nuclear del show es lo estético antes que el contenido o historia que se pretenda contar, característica que se extiende al humor, donde el histrionismo de Maxi de la Cruz y los talentosos Carlos Guedes y Cristhian Barbieri están al servicio del show y de lo que ocurre en las pantallas que delimitan y marcan la acción de los humoristas más que en la gracia u ocurrencia de los textos.

La capacidad de Mendoza en su disciplina, el estupendo desempeño de Noelia Pompa y Cinthia Fernández, los efectivos cómicos, el sublime cuerpo de baile y todo el dinero invertido tanto en la sala como en el show hacen de Stravaganza un entretenimiento sensacional y único en Argentina, con cierto aroma circense pero con el derroche de glamour suficiente para colocarlo como una exhibición de virtudes nacionales a un nivel comparable solo con espectáculos de Las Vegas.