TELESQUAT: la destreza física al servicio de la destreza mental.

Por Paola Rompato

La propuesta que desde Brasil llega para el Quinto Festival Internacional de Buenos Aires.

“Telesquat es el nombre dado por los médicos, en los años '50, a una supuesta enfermedad que atacaría a los que miran televisión en exceso”. Esta es la información que circula en la gacetilla de difusión de la propuesta que desde Brasil llega para el Quinto Festival Internacional de Buenos Aires.

Eduardo Reis, Eduardo Hermanson, Alexandre de Lima, Ugo Alexandre, Ghél Nikáido son los intérpretes que, dirigidos por Bruno Beltrão, integran la compañía GNR (Grupo de Rua de Niterí), encargada de llevar a cabo la obra Telesquat.

Todo comienza en un lenguaje simple: un cartel rectangular adelante, en el límite del escenario; nada de escenografía, tampoco hay un gran despliegue lumínico. Entran los cuatro actores, vestidos con ropa “de calle”, y se paran detrás del cartel, mirando al público, quietos y en silencio. Transcurren unos minutos… el ambiente se pone tenso con la quietud. Con movimientos muy lentos, casi imperceptibles, sus cuerpos van tomando distintas posiciones. Cuando ya cada uno adoptó una postura determinada, en el cartel rectangular se puede leer lo sucedido. La escena es graciosa. El público se relaja con la risa.

Luego, el devenir de la historia se va complejizando. Los cuatro actores se presentan uno a uno solamente con sus movimientos. Cada uno establece un patrón corporal, lindante con pasos de danza callejera, que luego repetirá a lo largo de la historia. Mientras tanto, el cartel continúa su explicación, presenta a los personajes y narra una historia que nada parece tener que ver con lo que se está viendo en el escenario. Se asemeja a una parodia.

La complejización avanza. Se suma un cronista que, sentado en una butaca en medio del público, describe al mejor estilo relator de fútbol los movimientos que hacen los actores –el patrón corporal que se va sucediendo una y otra vez- y arma una historia a partir de esas secuencias kinestésicas. Los textos escritos continúan su curso, narrando también el transcurrir de la historia. Texto hablado y texto escrito son distintos, no se relacionan entre sí y, sin embargo, los dos se están refiriendo a la misma escena. Hay sonidos, juego de luces y música de fondo.

Movimiento estandarizado, palabra hablada, palabra leída, luces, música, sonido… El narrador pretende hacer partícipe al público. En esta función no tiene suerte. Enojado sube al escenario, su relato se excita y la acción se hace aún más compleja: pantallas dispuestas a los costados de la sala –similares a las de la TV- se encienden con el característico sonido de final de transmisión. Los actores salen del escenario, aparecen en los “televisores”, se trasladan “mágicamente” hacia una y otra pantalla, continúan los sonidos y la música, prosigue el relato escrito, persiste el relato hablado… la misma acción, distintos relatos.

Con todo este complejo de imagen, sonido, palabra, música y movimiento Bruno Beltrão -no sólo director sino que también creador de Telesquat- trae una propuesta por demás interesante que pone ante nuestras narices la paradoja de la incomunicabilidad de la comunicación. Así, el título de la obra cobra sentido para el espectador, el cual se convierte en partícipe conciente de lo que sucede: una misma acción, dos relatos diferentes. Es allí, entonces, donde Telesquat logra materializar su concepto y hace aparecer la figura del mediador, de ese alguien que acciona en nuestra manera de observar y pensar el mundo.

El GNR (Grupo de Rua de Niterí) surge como una compañía de danza. Fundada por el muy joven y talentoso Beltrão, utiliza la danza como información, reflexión y redención. Y desde aquí parte Telesquat: con el movimiento como eje, sin caer en lugares comunes y con un sutil uso del humor, invita a la reflexión y pone de manifiesto la problemática de la mediatización tecnológica y la manipulación de la información. En verdad, todo un logro que tiene como punto de partida el desarrollo de la destreza física para ir, de manera solapada, hacia el desarrollo de la destreza mental.