Tengamos el sexo en paz

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Por Fabián D´Amico

Monólogo ameno y un tanto didáctico sostenido por una labor plausible de Alejandra Copa.

Hablar de Franca Reme y su marido Dario Fo es hacerlo de figuradas destacadas y polémicas dentro del arte durante varias décadas y nuestros escenarios- en particular el del teatro San Martín- fueron testigos de esa transgresión. Misterio Buffo; Toda casa,cama, iglesia; Hablemos de mujeres , La violación- donde se relata el secuestro y posterior violación de la actriz en manos de un grupo neofascita- y Pareja abierta son algunos de los títulos de la dupla.

Jacobo Fo, periodista, escritor e hijo de la pareja, presenta en los años 90 un libro sobre sexo, furor en Europa llamado El Zen o el arte de coger. Sus padres suavizan el título por Tengamos el sexo en paz y le dan forma de monólogo teatral donde se plantea hablar de sexo sin complejos ni estereotipos.

Esta pieza puede verse en la actual temporada en el Teatro Moliere representada por Alejandra Copa en la piel de una mujer que comparte en una charla-debate sus experiencias sexuales con los asistentes a esa disertación. El relato tiene como punto de partida el primer encuentro sexual entre Adán y Eva y recorre un sinfín de situaciones tabú por años -la menstruación, el clítoris, el orgasmo, las diversas relaciones de pareja- donde se plantean situaciones amenas y en ocasiones risibles, aunque un tanto didácticas y con una pluma anacrónica.

Tengamos el sexo en paz es una “pieza de época” no por la acciones dramáticas que continúan siendo efectivas sino por la manera de contarlas desde el texto original que es respetado a rajatabla por la presente versión. El actual interés en la obra se centra en la actuación de Alejandra Copa. Intencionada, graciosa, contenida y con un timming preciso de la comedia, la actriz se adueña tanto del escenario como de la audiencia, creando- junto a una certera dirección de Santiago Doria- climas íntimos como en la lectura de la fábula y otros lúdicos como en la representación del orgasmo.

Con un marco escenográfico preciso, un funcional vestuario de René Diviú y una ajustada puesta de luces, el monólogo ideado por esta pareja transgresora continúa robando risas aunque sin causar estupor ni sorpresas.