Un camino hacia el amor

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Por Fabián D´Amico

Franciscus ofrece una producción de alto nivel técnico y artístico para retratar la vida de santo de Asís.

Se puede estar en acuerdo o no con un estilo pero no se puede dejar de reconocer la innovación que el mismo trae aparejada. Esto ocurre-desde el armado de los primeros cuadros revisteriles para los shows de Nito Artaza hasta la actualidad – con Flavio Mendoza. Un coreógrafo y productor que ofrece sobre un escenario productos que nunca dejan de sorprender a un público ávido de shows fastuosos.

Tanto Stravaganza Tango, una de las revistas musicales más lujosas presentadas en Argentina en la últimas décadas, como ahora Franciscus, una comedia musical donde pueden vivenciarse en forma paralela la vida del Santo y un milagro que realiza en la actualidad, la virtudes de Mendoza son el riesgo y la belleza. Riesgo de presentar una mega producción que al momento de subir por primera vez el telón se sabía que la recuperación del dinero era imposible. Belleza por el espectáculo visual que presenta, donde la conjunción de música, baile, escenografías corpóreas y virtuales, números circenses y aéreos y un elenco de primer nivel brinda un goce estético pocas veces disfrutado en un producto de origen nacional.

El talón de Aquiles de Mendoza (en esta ocasión y en espectáculos anteriores) es el libro o dramaturgia de sus obras. El relato de Franciscus, fraccionado entre la actualidad- la enfermedad de un menor llamado Francisco que involucra a su madre, economista fría y cerebral, a una abuela preocupada por la salud del menor y a un padre ausente- y la verdadera historia del Santo en sus Asís natal, tiene baches notorios, sobre todo en la historia actual, con actuaciones crispadas y cercanas a la telenovela frente a una calidad reconstrucción histórica de como un joven burgués deja todos sus bienes terrenales para entregarse de lleno al amor al prójimo.

Muy cercana a una transposición teatral de Hermano Sol, Hermana Luna, película de Zeffirelli sobre el tema, la historia que relata Franciscus sobre el nacimiento de la hermandad de Francisco es un texto espectacular donde el autor se diluye para que el director, mediante todos los efectos posibles de escenografía, vestuario, música y demás artilugios estéticos llegue a espectador y lo conmueva. Siguiendo este criterio de análisis, Flavio Mendoza cuenta con un equipo técnico creativo de primer nivel, donde entra en juego la paternidad de la puesta, entre la idea de Mendoza o las excelentes luces de Ariel del Mastro y las espectaculares proyecciones, que abarcan más allá de la caja escénica, de Maxi Vecco.

El elenco de la parte musical no tiene fisura y la criatura creada por Fernando Salles es conmovedora, pasando por diferentes estados y edades y a la cual el actor presta todo su talento y experiencia en teatro, sorprendiendo en la escena de la batalla con su destreza acrobática. Florencia Otero le da todo su candor y excelente voz a Clara, amor y compañera fiel de Francisco. El resto del innumerable elenco cumple con creces sus roles de cantantes, acróbatas, bailarines y actores.

Una orquesta ubicada en sendos palcos que flanquean el escenario ejecuta con precisión una partitura jinglera donde las melodías edulcoradas sobre el amor, los sueños y la amistad entretienen a la audiencia que abandona la sala tarareando sin duda el leivmotiv de la pieza, mientras que sobre el escenario las dinámicas y multitudinarias coreografías de Facundo Mazei asombran por sus arriesgados trucos.

Una conjunción de elementos de primer nivel técnico y estéticos para obtener con creces el fin propuesto por Franciscus: entretener y emocionar a una audiencia que no deja de maravillarse con cada cuadro, con cada escena, con cada minuto de esta producción, la más espectacular de Mendoza hasta el momento, disfrutable y plausible más allá de cualquier reparo en la dramaturgia y en la marcación actoral.