Un flash estremecedor

Por Rómulo Berruti

Los elementos afines al horror de lo cotidiano, en un contexto de miseria y marginalidad, son los que maneja la autora Susana Gutiérrez Posse en Como las ratas.

Los elementos afines al horror de lo cotidiano, en un contexto de miseria y marginalidad, son los que maneja la autora Susana Gutiérrez Posse en Como las ratas. Su obra muy breve –en realidad un flash estremecedor que como los de las fotos deja huellas en la retina- muestra la degradación de una familia. La chica sube al altillo con su novio flamante. Pero esa presentación en sociedad muy pronto será un esperpento valleinclanesco. Desde las primorosas ratas conservadas en alcohol que son las Barbie de Coty, hasta un padre travesti que supera los márgenes de la caricatura, pasando por un hermano de clara genética delictiva. La pieza termina donde podría empezar, cuando con la peluca de Irineo caen también las mentiras precarias y grotescas: sólo quedan el dolor de Coty junto a la simulada aceptación de Sibaldo. Este trabajo adquiere su razón de ser en la dramaturgia de Luciano Cáceres, que llena el escenario de violencia, ridículo y congoja. Desde la luz hasta la textura de las interpretaciones pasan por su visión personal del texto y su certeza de todo lo hay donde parece que no hay nada. Sacudidor para el espectador y aprovechable para el teatrista, este ejercicio permite el lucimiento de Juliana Muras, la mejor del elenco y aunque no parezca –ante lo rotundo de las otras presencias- verdadero cable maestro del armado. Ezequiel Tronconi también se luce y viéndosele más los hilos, Daniel Toppino. Completa manejando bien su divertida falta de estupor, Héctor Bordoni. Una propuesta muy interesante.-