Un hondo dilema de identidad

Por Rómulo Berruti

Que no estamos solos como especie inteligente en el universo es algo casi admitido, aunque todavía como conjetura.

UN HONDO DILEMA DE IDENTIDAD

Que no estamos solos como especie inteligente en el universo es algo casi admitido, aunque todavía como conjetura: en cientos de millones de sistemas solares similares al nuestro, tiene que haber muchísimos planetas a la misma distancia de su sol que la Tierra. La otra conjetura, mucho más inquietante y menos conjetural, es que en cualquier momento no estaremos solos como individuos únicos. La clonación ya se practica. ¿Cuándo empezará a ser una realidad –y un gran negocio- con seres humanos? Este el tema de Copias (A number) obra de la británica Caryl Churchill estrenada en Londres en 2002. El texto enfrenta a un hombre, Salter, con sus tres hijos idénticos, dos de cuales son réplicas del primero. Una intrincada maraña de explicaciones y mentiras, de ocultamientos culposos e intentos de redención es la senda que el padre debe recorrer. Bernard Uno, Bernard Dos y Michael Black desplegarán su drama. Cada discurso, cada comprobación, cada recuerdo serán para Salter una sesión de tortura moral. El ha creado al monstruo de tres cabezas y ahora debe enfrentarlo. La pieza, muy interesante, se aventura en el terreno tan delicado de ética y genética, pero también en los misterios profundos de la identidad verdadera.Y a la vez en una paternidad tan perturbada como perturbadora. Teresa Constantini, sobre una muy buena traducción de Cristina Piña, asumió la difícil tarea de dirigir una serie de diálogos, sin la fuga que brinda la acción. Villanueva Cosse (Salter) y Mariano Torre (los tres hijos) debieron buscar –en rigor, deberán seguir buscando- dentro de un texto más generoso con la reflexión que con la emoción, donde sus chances interpretativas están codificadas. Hay que descifrar ese código, que fue lo que hizo la directora con buen instinto escénico. Un actor tan sólido como Villanueva Cosse –aplaudido y premiado asimismo por sus puestas- es la piedra basal de Copias. Lo suyo es una mezcla sabia de oficio y entrega, brindando un trabajo notable. Con sutiles variantes, consigue ser el mismo y otro ante cada hijo. Mariano Torre, menos dotado y experimentado, no queda fuera de registro ni superado por sus personajes, pero está claro que se beneficia con la línea más expositiva y no tan expuesta: el desborde anímico no lo favorece. Simple en su concepción pero de buenos resultados, la cromatura en rojo lacre de escenografía (Carolina Ruy) y vestuario (Valentina Bari).-