Un mar oculto

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Por Fabián D´Amico

Textos, música y un espacio plagado de lirismo para traer a la vida a Alfonsina Storni en facetas pocos explotadas de su existencia. Hipnótica actuación de Deborah Turza.

El hecho teatral trasciende, en ocasiones, la dramaturgia, los actores, el discurso del director. El lugar , el espacio físico se convierte en un protagonista fundamental del show. Esto acontece en El mar oculto, unipersonal de Agustín Leon Puruzzo interpretado por Deborah Turza en el Estudio Caracol. Dicho estudio son las oficinas originales de Bencich, inmigrante que llega al país para dejar como legado en la ciudad dos edificios emblemáticos. Uno de ellos, de oficinas, ubicado en Diagonal Norte al 600 y en donde en su azotea, se alzan dos cúpulas reservadas en su momento como oficinas del dueño del lugar. Ahora en ese solar se dan obras de teatro como esta experiencia artística sensorial de ingresar directamente en el pasado del país y de Alfonsina Storni.

En la modera recepción del edificio recibe a las pocas personas que asisten a la función (solo 20 personas por lo reducido del ámbito) Luciano Sebastianelli, con un formalidad muy artificial. Chequea nombres, documentos y nos guía hacia el 10 piso donde aguardaremos a la disertante de la noche, una joven poetisa que viene a hablar de poesía. Repentinamente y como un tromba, una diminuta y enérgica mujer sube raudamente las escaleras del lugar cargando una valija de antaño, de esas típicas maletas de cartón marrón. Junto con el joven encargado de la recepción el público es conducido a una improvisada platea en la recepción de las oficinas, mientras Alfonsina termina de ajustar los últimos detalles de su atuendo.

Todo está listo para que muchos de los poemas de Alfonsina cobren vida en la voz de Turza acompañada por un guitarrista. Pero El mar oculto no es un espectáculo de poesía, sino un unipersonal musical donde se conocen aspectos pocos conocidos de la vida de una mujer tan importante para la vida cultural de principios del siglo XX en Argentina. Su nacimiento, su familia, su primera mudanza, sus amores, sus decepciones. La llegada a Rosario como primera gran ciudad y la máxima aventura: su desembarco en Buenos Aires, donde paulatinamente va ganando un lugar entre los notables de la cultura. Su lucha por los derechos de la mujer, el nacimiento de su hijo, su rol como docente y muchos más acontecimientos que marcan su existencia a través de sus propios poemas, algunos recitados y otros musicalizados por Santiago Orquera y ejecutados por Alef Dálet en la guitarra.

Con un fondo escénico de un telón creado por amarillentas hojas, un par de muebles que emulan bibliotecas, un espejo, una pobre iluminación con una fallida operación y mucha magia, Turza cautiva al reducido grupo de oyetes, hipnotizados por tanta belleza y lirismo. Su actriz es tan visceral como dulce y amorosa y se potencia cuando la voz se transforma en canto.

El mar oculto habla de Alfonsina, no la que decide morir como vive, con sus propias reglas, sino de la Alfonsina ciudadana, de la mujer cívica, de la poetiza comprometida, de una mujer empoderada hace más de un siglo, de una pequeña fortaleza inquebrantable que ni el cáncer pudo romper.